Paterna: Flamenca y Cantaora

Hoy en día es un hecho prácticamente aceptado por la mayoría de los investigadores del flamenco que el cante por Peteneras tiene su origen en Paterna de Rivera (Cádiz). Pero Paterna no solo es la Cuna de la Petenera; el cante flamenco es una de sus principales manifestaciones culturales, tan arraigado entre su gente, que ha dado todo un elenco de importantes cantaores de renombrada fama. Y es que el Flamenco y la Petenera son señas de identidad cultural de este blanco pueblo gaditano.

Desde su fundación, “El Alcaucil”, en su afán por recuperar el rico acervo cultural de nuestro pueblo, ha venido desarrollando numerosas actividades en torno al cante, la petenera y la promoción de artistas y aficionados locales. Continuando esta labor de difusión y promoción esta asociación pretende ahora abrir este espacio dedicado al flamenco en Paterna con especial interés en sus cantaores y al cante que le da fama, la Petenera.



23/9/08

LOLA FLORES DEBUTÓ EN PATERNA DE RIVERA


Lola Flores, la Faraona, debutó artísticamente en Paterna de Rivera en 1935, con tan solo 13 años (si tenemos en cuenta que nació en 1922). Era la primera vez que se subía a un tablao a bailar ante el público, y parece ser que áun no dominaba muy bien el arte. En un cine de verano de Paterna la artista inició su carrera bailando unas bulerías de la mano de Tio Gregorio "Borrico de Jerez", que también debutaba ante público. Formaban también parte de la compañía que actuó ese histórico día, Paco Cepero, Paco Espinosa, Juan el Batato y Luisita la de Torrán. Lola era una niña y viajó hasta Paterna acompañada de su madre. Nos da la noticia el propio cantaor jerezano Tío Gregorio Manuel Fernández Vargas "El Borrico de Jerez" en una entrevista publicada en 1981 en la Revista CANDIL Nº 15, y posteriormente en su libro biográfico "Recuerdos de Infancia y Juventud" recogidos y ordenados por José Lís Ortíz Nuevo en 1984.
Pero no sería la única vez que Lola Flores bailara en Paterna, fueron numerosa las ocasiones en que la Faraona actuaría en nuestro pueblo antes de consagrarse. La última vez que nos visitó fue como artista invitada del VI Concurso Nacional de Cante por Peteneras el 23 de Julio de 1977.



ENTREVISTA A TIO GREGORIO, EL BORRICO DE JEREZ


Por último, en su larga vida le habrán ocurrido multitud de anécdotas relacionadas Con el cante, ¿quiere contarnos alguna?

-Ya se puede usté figurar lo que a mí me ha pasao. Cuando salió la primera vez Lola Flores, yo iba a cantar .

Su padre tenía un tabanco en la calle de La Párraga, que cruza. Y allí iba yo con Espinosa -ese que te he contao que está en Barcelona-, El Batato, Chica y Cepero el chófer, el padre de Paco Cepero. Ibamos a enseñar a Lola, El Batato, que era bailaor, le enseñaba unas patás y eso... El padre nos ponía media botellita pa los cuatro y un platillo de aceitunas con siete aceitunas. Me acordaré toa mi vía!
Me acuerdo que llegó un señó que tenía una fábrica de esas de los helados, de bizcochos de esos de los helados, y nos llevó la primera vez a Paterna de la Ribera. ¡Un corral de cabras! ¡Nos metieron en un corral de cabras... donde metían a los animales! Total, que ya estamos aquí, ¡ea! La Lola se vestía en una pajera que había una puerca echá allí en la paja. Yo y El Batato cogíamos una sábana por los picos pa que se vistiera... Y la madre, «que nadie mirara a la niña». Me acuerdo que me decía la Lola, «Tío Borrico, ¿me morderá la cochina ésta?». No la toques, no la toques que está echá mu a gusto. Total, a bailar, Lola. Entró mucha gente, y había un gachó que estaba delante de las sillas...y tenía una cosa metía en la chaqueta, yo dicaba un bulto... ¿Qué tendrá el gachó ahí metío? y me dice el tío: «Como no cantes bien te voy a endiñar en los ocicos con esta tostá que tengo aquí metía con aceite». Entonces se me acercó un civil preguntándome qué me había dicho; claro, yo le dije que na; pero él lo echó a la calle. Ay, y yo le dije al civil: ¿pa qué lo ha echao usté a la calle, no ve usté que cuando salga de aquí sí me da entonces con la tostá?

Yo he estao en un follón de sitios así, cantando por soleá y por siguiriyas, siguiriyas de Paco la Luz... Y todavía canto, y todavía me quea que cantá.


TIO GREGORIO "BORRICO DE JEREZ". Recuerdos de infancia y juventud. Recogidos y ordenados por José Luís Ortíz Nuevo. Junta de Andalucía. Diputación de Cádiz y Ayuntamiento de Jerez. Gráficas del Exportador. Jerez. 1984. Pág. 54.

Entonces tenía yo veinticinco años y era la primera vez que yo canté al público, la primera vez que trabajé en una compañía. Que eso fue en Paterna de la Rivera, Espera y Olvera; con Paco Cepero, Paco Espinosa, El Batato, Luisita la del Torrán, y Lola Flores. La primera vez que bailó Lola Flores en un tablao, que, por cierto, le canté yo por bulerías y hasta se perdía en las patas, que por eso iba El Batato, pa enseñarle los pasos y las patas que tenía que hacer, porque El Batato era cantaor pero también bailaor, que se llamaba Juan El Batato.

Y el debú lo hicimos en Paterna. Era como un cine de verano, y allí, cuando se terminaba el espectáculo, encerraban las cabras y eso, ya ves como estaría aquello.

Y se presenta en la fila delantera un señor y cuando salí a cantar cuando me tocó el turno de cantar, me dice el tal: «¿Qué va usté a cantar?», «El fandango de Cepero», le digo, «Pues si canta usté bien le vi a regalar a usté una tostá».Pero yo me fijé un poco en el bulto que traía el gachó aquel, y no tenía aquello forma de tostá; y a un guardia civil que había al lao mío, le digo: «Haga usté el favor de registrar a aquel señor, a ver lo que tiene». Lo registró y tenía un ladrillo gafas: «Esto era una broma, era por si cantaba bien, regalarte una tostá en mi casa, una tostá de veras en mi casa», y digo yo: «Sí hombre, vaya con la tostaíta que me tenías prepará». Y veo al guardia civil que lo iba a echar a la calle, y le digo: «No, no lo eches porque cuando salga a la calle me va a hinchar».

Peteneras, reses y aguas medicinales

Artículo publicado en Diario de Jerez el 1 de Agosto de 2008

PATERNA DE RIVERA

Esta localidad de 5.000 habitantes se encuentra enmarcada en la comarca de La Janda y dentro de la Ruta del Toro. Su antigüedad y la fertilidad de sus tierras la han convertido en un rincón destacado de la provincia.
A tan sólo 42 kilómetros de la capital gaditana, encontramos unas tierras habitadas desde el neolítico y la Edad de Bronce, por las que han pasado bizantinos, musulmanes y visigodos. Se han encontrado enterramientos, mosaicos y monedas testimonio de los asentamientos romanos en la zona.
Antes de la fundación de la villa con la institución del ayuntamiento en 1503, fue propiedad de los Enríquez de Ribera, señores de Alcalá de los Gazules. La esperada independencia de la localidad alcalaína llegará tres siglos más tarde. Desde entonces hasta la actualidad, Paterna ha ido reuniendo un patrimonio y señas de identidad propios.
Si hay algo que identifique a la localidad, es el cante flamenco creado por su vecina más ilustre Dolores 'la paternera', aunque existen muchas dudas sobre su vida. Como homenaje, el pueblo alzó un monumento con su imagen en la plaza a la que también da nombre. Por este mismo motivo, Paterna celebra todos los años el Concurso Nacional de Cante por Peteneras, de gran prestigio dentro y fuera de España.
A tan solo seis kilómetros de la localidad, podemos encontrar el castillo de Gigonza que en 1949 fue declarado Bien de Interés Cultural. Este monumento de planta cuadrada fue construido por los musulmanes en el siglo XII o XIII sobre un antiguo asentamiento romano. Cerca del castillo se encuentran los baños de aguas sulfurosas de Gigonza, que junto a la Fuente Santa, constituye un lugar de encuentro de los paterneros durante la época de baños entre junio y septiembre. Las propiedades medicinales de las aguas de la zona han hecho que se conozca como el 'valle de los baños', que tuvieron su momento de máximo esplendor durante el siglo XIX, aunque también atraían visitantes de épocas antiguas. Además de las propiedades curativas de sus aguas, este entorno es ideal para practicar deportes como el senderismo.
La calidad de su ganado hace famosa la Feria de la Primavera, y el Campeonato Nacional de Doma Vaquera, en la que se puede admirar la belleza de la raza hispanoárabe.
Más información sobre Paterna de Rivera y su entorno en el teléfono 956 416524.

21/9/08

CÁDIZ. TEATRO DEL BALÓN. 21-DICIEMBRE-1826


DIARIO MERCANTIL.

Función particular a beneficio de Luis Alonso, primer bolero... Concluida la comedia el Sr. Alonso con una de sus discípulas bailará la nueva petenera americana.

18/9/08

El compás de un cantaor en broce


El día que me encargaron la realización de un busto del Niño de la Cava el ánimo se me trocaba –sin solución de continuidad – desde la alegría a la contenida tristeza. Todavía estaba fresco el dolor de su muerte al filo de cumplir los setenta y dos años de vida. Aún había mucha frescura en el cuerpo y ganas de cantar y vivir. La última vez que lo ví andaba ya el hombre tristón, presentía que por las entrañas rumiaba una “cosa” mala .


Se me quedó en la retentiva –nunca se me despintará- su última sonrisa, su ultima mirada triste herida por la melancolía al pie de su venta la Petenera, un sagrado lugar flamenco con las paredes a reventar de fotografías y recuerdos.”Es mi museito”, solía decir.

Tenía ante mí un reto: revivir y vivificar o fortalecer la memoria de la figura de un humilde cantaor y amigo. “Vivificar las cosas para la posteridad poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos”, viene a cuento Miguel Hernández.

Darle vida a una persona a la que has tratado más de treinta años ¿Por donde empezar? Se me vino a la mente un maremagnum de imágenes caleidoscópicas del cantaor y luego me sumí en una duda inquietante adobada con una especie de grito silencioso. Así que determiné darme un paseo por el tiempo y la vida de Francisco Guerrero Jiménez, también conocido como Niño de la Cava y Frasquitín. Dos apodos con claros aromas de Peter Pan. (el niño que siempre quiso ser niño). De manera que el cantaor paternero le llamaron siempre – de por vida – como si fuera un zagal. Pero un niño con el drama interior de un hombre que canta lo vivido.

Nació el cantaor en 1933, (cuando el drama anarquista de Seisdedos y el paisano Miguel Pérez Cordón y la Libertaria y un puñado de campesinos que murieron abrasados pidiendo un cacho de tierra ). Niño yuntero en la posguerra buscando el pan en las raíces de la tierra. Cada espiga un bocado de pan moreno. El pan del mismo tono que los cueros trabajados del cuerpo. Ya con mucho reloj y lluvia encima le oí decir al cantaor : “Si uno no hubiera provenío del campo, a lo mejor no fuera cantaor o me hubiera expresao de otra manera”. En la soledad de la besana – entre surcos – nacieron los primeros cantes y las primeras letras con sabor campero (temporeras, fandangos, trilleras, serranas, jaberas…). Le llegó la hora de canjear las lonas por traje de buen corte. El botillo campero por la bota flamenca. Bolos por los pueblos. Llegó a actuar en Londres. Cinco discos grandes conteniendo su enciclopedia sonora del cante (peteneras, colombianas guajiras, fandangos, seguirillas, bamberas ,martinetes, farrucas…) No voy a entrar en juicio de valor sobre el cante del Niño de la Cava, para eso están los entendidos y sentidores del flamenco. Pero si puedo decir que el cantaor paternero era largo, tocaba todos los palos y poseía una voz natural con mucha intensidad y drama. Le daba su acento personal a la esencia del cante antiguo. Conmovía verlo cantar en vivo con su fuerza arrebatadora; un grito antropológico. Cuando se rajaba la voz era cuando más duende tenía. Tenía Frasquitín la misma creencia de aquel guitarrista que un día le dijo a Federico García Lorca: “ El duende no está en la garganta; el duende se sube por dentro desde la planta de los pies”. Al torero gitano Rafael de Paula le oí decir casi los mísmo : “ El duende entra por la palma de la mano”. ¿Contradice alguien?

A Francisco Guerrero “Niño de la Cava”, le vino el reconocimiento en vida: una calle, un libro Lamento de un hombre del campo (editado por el Alcaucil), muchos premios y sobre todo el afecto de su pueblo .

Ya tiene el cantaor en su Paterna de Rivera, su retrato en bronce. Otra vez la mirada triste y profunda y el rictus amargo presto a arrancarse por soleá; el cante de la vida, el amor, la pena y la muerte. La mirada del El Niño de la Cava era una armonía de contrarios, heraclitana pura: miraba alegre y triste a la vez. El cantaor de la tierra y del aire, y del fuego y del agua que puso voz a la Madre Natura posa ya con todo el tiempo para él. “El tiempo también pinta” en dicho goyesco o lo que es lo mísmo: el tiempo también modela.

El retrato intemporal del Niño de la Cava habita ya al aire libre en una placita de Paterna. Cuando Dolores , la mujer, sintió de cerca el bronce lo acarició llenando la atmósfera reinante de vida y emoción desatada en un mar de lágrimas. Se oyó una voz calladita entre el público .”Está vivo”. Para emocionar hay que emocionarse. La magia del arte flamenco no cabe en el pentagrama .No cabe en el papel. Ni cabrá. Jean Paul Sartre nos viene a decir en su Teoría de la emoción: “ Lo que llamamos emoción es una brusca caída de la conciencia en lo mágico”,

El arte flamenco tiene ya en Paterna de Rivera tres retratos en bronce: Dolores la Petenera, Antonio Pérez “El Perro de Paterna”.Francisco Guerrero “Niño de la Cava” y muy pronto en vida - ¡ como debe ser ! – tendrá su busto Rufino García Cote “Rufino de Paterna” una bondad elevada en su cante y su persona.

La misma noche que descubrieron –entre una bandera de cal y trigo verde – el retrato en bronce del Niño de la Cava se oyó entre el público la voz susurrada de una mujer : ”Se le sale el compás por el semblante”. Esa fue la primera intención del escultor que escribe: darle compás al bronce.
Jesus Cuesta Arana. Revista "El Alcaucil" nº44. Abril 2007

Niño de la Cava. Hijo Predilecto de Paterna


El Jueves 4 de Enero de 2007 el Ayuntamiento de Paterna de Rivera rendía un merecido homenaje a título póstumo a Francisco Guerrero Jiménez, “Niño de la Cava”, nombrándolo Hijo Predilecto de Paterna de Rivera “en reconocimiento a la destacada y meritoria trayectoria artística de tan insigne cantaor, hijo de este pueblo, baluarte de la esencia de arraigados cantes cultivados en nuestra tierra y por su contribución y decidido compromiso por ensalzar y divulgar el Flamenco, una de las expresiones culturales má emblemáicas y significativas de Paterna."

Al acto, que tuvo lugar en un abarrotado salón de Plenos del Ayuntamiento, asistieron esposa, hijos, hermanos, amigos, compañeros del artista y numerosos vecinos de Paterna y representantes de diferentes colectivos locales y provinciales. Los dos grupos municipales, que por unanimidad nombraron a Niño de la Cava hijo predilecto de Paterna, a través de sus portavoces dedicaron palabras de elogio y reconocimiento a tan insigne cantaor fallecido en Agosto de 2005 a los 71 añs. Por un lado JoséMª Barrera hizo una breve semblanza de la trayectoria humana y artítica de “Niño de la Cava”, y Fernando Gallo leyó a los presentes una bonita poesía que su hijo Gabriel le dedicara hace unos añso.

A continuación se le hizo entrega a la viuda del artista, Dolores Mota, de una pergamino de recuerdo y un ramo de flores, quien muy emocionada agradeció tan alta distinción que se le otorgaba a su esposo.

Terminado el Pleno Extraordinario los concurrentes al acto se dirigieron hacia la Avda. Blas Infante, concretamente al espacio ajardinado junto a la Venta la Petenera, que tantos años regentara Frasco, donde se descubrió un busto en bronce del célebre paternero, obra del escultor alcalaíno Jesú Cuesta Arana. El momento se vivió con gran emoción y entre las lágrimas que embargaron a familiares,amigos y asistentes.

17/9/08

XXXV CONGRESO INTERNACIONAL DE ARTE FLAMENCO. C A D I Z, 2007

Extracto de la Ponencia del Profesor y Cantaor Alfredo Arrebola que con el título "EL folclore en los cantes de Cádiz" defendió el 6 de Junio de 2007 en el XXXV CONGRESO INTERNACIONAL DE ARTE FLAMENCO. C A D I Z.

PETENERAS.

No es mi intención desvelar el proceso de acrisolamiento de la “petenera” en su aspecto histórico, literario, folklórico y musical, tema del que se ha hecho más literatua que de ninguna otra forma flamenca, y uno de los llamados a ser – como ya dijera Romualdo Molina en “Flamenco de Ida y Vuelta “pág. 99 (Madrid, 1991) - “piedra de escándalo y motivo de contradicción. Para disfrute de irónicos, se resiste a encajar en cualquiera de las numerosas clasificaciones inventadas por los expertos y desafía toda inclusión racional en esos árboles genealógicos que tanto gustaban hacer los flamenquistas en los años sesenta”. Por eso es conveniente recordar que la petenera, como forma musical arraigada en el solar hispano y antes de su formulación como estilo flamenco, tiene una larga tradición que se remonta a siglos atrás, tal como afirma el Profesor y Flamencólogo Juan Rondón en “ Peteneras de tropicales gaditanías”, cfr. Ganada-Costa, 22 de marzo de 2004. Y es cierto, ya que el Manuel García Matos sitúa su origen y la emparenta con la zarabanda del siglo XVI. Mi experiencia cantaora me ha hecho ver cómo bastantes profesionales y “aficionados” han considerado a la petenera un cante de poca estima; algunos han llegado a negarle su naturaleza de cante jondo. Concepción totalmente injusta. A este respecto, Hipólito Rossy escribe que “.. quizá por creer que es un canto relativamente moderno, atribuirle a una procedencia concreta, y conocida su inventora, tipo no histórico pero sí legendario que probablemente tuvo existencia física en el solar hispano, en una época indeterminada e indeterminabale. Quizá por desarrollarse la copla sobre un ritmo estricto e invariable en el que no cabe introducir los dolorosos ayes que forman el cortejo de la mayoría de las coplas del cante jondo”, cfr. “Teoría del cante jondo”, pág. 255 (Barcelona, 1966). Y má adelante, nos dirá que “es errónea la creencia de que la petenera data del siglo XIX (...) ; el compás en que se sustenta, llamado alterno o de amalgama ( 6 x 8 + 3 x 4) se corresponde con el de algunas villanescas del siglo XVI, aunque hay indicios de que sea de época anterior, como el romance de Gerineldo (siglo XII?) en la versión musical de Arcos de la Frontera”, cfr. op.cit. pág. 259. “Aceptando que dicha melodía, comenta el Profesor Rondón, pudiera ser anterior al año 1.492 ( año de expulsión de los judíos) y moviéndonos en la parcela del romance, bueno será evocar el interpretado por José de los Reyes “El Negro” , (de El Puerto de Santa María), aprendido de niño de su padre, un gitano de Paterna de Rivera, y conocido como “Romance de la Monja”- cfr. “Testimonios flamencos” , CDs, Ed. Tartesos, Vol. 31- en el que se pueden apreciar claramente las características cadencias de la petenera”. Idea totalmente compartida conmigo y manifestada públicamente en mis artículos. He dedicado muchas horas en ver las posibles relaciones de nuestra tradicional petenera con versiones americanas y con las distintas formas que ha tenido en la “Escuela bolera”, en el canto gregriano, y cómo su incorporación al mundo flamenco tendría lugar en Cádiz y su provincia. En la mente de cualquier aficionado está viva la idea de la importancia del puerto de Cádiz para propiciar influjos y mestizajes. Las compañías dramáticas y de baile españolas, sobre todo a partir del siglo XVIII, utilizaban esa puerta marítima para sus trasiegos transoceánicos. Como también es cierto que muchos paises americanos importan la petenera a su acervo de música tradicional, de manera especial México. Por tal motivo los tratadistas flamencos relacionan y vinculan nuestra petenera con la de “allende el mar”. Testimonios , entre otros, los recibimos de Estébanez Calderón- cfr. “Escenas andaluzas” - donde leemos : “... Llega de Cádiz y allende el mar la “estrella de los gitanos”, una cantaora bailaora llamada la Dolores que, como novedades, interpreta una malagueña por el estilo de la jabera y unas coplillas que “los aficionados” llaman peteneras...” (1845). Demófilo, por su parte, nos dirá que “... suele cantarse por lo común la Petenera tan pícaramente que más parece un punto de La Habana que no un cante gitano...”, cfr. “Prólogo” a “Colección de cantes flamencos” (1881). El erudito y folklorista don Francisco Rodriguez Marín dejó escrito en “ABC” (Sevilla, 1897) que “... Había en ellas en su acompañamiento algo del Punto de la Habana no poco de la popular canción de El Paño moruno... Y, finalmente, José García Aparicio dijo en “Flamenco” (Revista de la Tertulia Flamenca de Ceuta, 1973) que “... muchos le atribuían origen hispano-americano basándose en que se ha cantado bastante en Cuba y Santo Domingo (...); se basa esta teoría en que este cante deriva de un hermoso, triste y melancólico cantar de los indios de la comarca guatemalteca del Petén y que, una vez hispanizado, fue introducido aflamencándose posteriormente en Cádiz”. Estas distintas hipótesis sobre la petenera han llevado a Romualdo Molina y Miguel Espín a considerar la petenera dentro de los llamados “Cantes de Ida y Vuelta”, al decirnos que “...cierta tonada peninsular viajó a América con los conquistadores y, una vez arraigada allí, más o menos transculturada y dotada del nuevo nombre de petenera en relación con El Petén, la fórmula regresa a España para aflamencarse gradualmente en la época de los cafés cantantes”, cfr. “Flamenco de ida y vuelta”, pág. 109, Bienal de Arte Flamenco. Sevilla, 1992. Fenómeno que tendría lugar bastantes años después.

Está demostrado históricamente que las peteneras eran cante y baile interpretados en los comienzos del siglo XIX en los teatros de Cádiz, y que “su aflamencamiento” se produce en esta ciudad, tal como lo demuestra el flamencólogo Rondón Rodriguez diciéndonos que “... el jueves 5 de abril de 1827, en el número 10 de la calle Compañía (Cádiz) tiene lugar una fiesta pública con ambientación indudablemente flamenca en la que Lázaro Quintana – omnipresente cantaor en las primeras manifestaciones del Cádiz flamenco; natural de San Fernando – canta las Seguidillas de Pedro La-Cambra, el Sr. López baila el Zapateado y de nuevo el Sr. Quintana interpreta la petenera.... en 1829 , ahora en el Teatro Principal gaditano se celebra un beneficio a favor del primer bolero Luís Alonso , donde aparecerá el Sr. Lázaro Quintana interpetando peteneras. No cabe duda de que asistimos a la aclimatación flamenca del estilo, a su toma de carta de naturaleza, cuando todavía su nombre estaba indisolublemente unido al adjetivo de su procedencia, y cuando aún faltaban algunos años para que Estébanez Calderón se refiriera a la petenera”, cfr. op. Cit. pág. 8.

Esto nos lleva lógicamente a considerar la importancia de la “música popular” en la formación de cantes flamencos . Aquí nos centramos en la Petenera flamenca gaditana, cincelada en Veracruz, llegada a España por Cádiz y resolviéndose en evidentes y propios matices, dejes y melismas por obra y gracia de cantores/as como el ya citado Lázaro Quintana, posiblemente El Fillo, El Planeta y otros muchos que le irán dando el sello flamenco: Niño Medina, La Rubia de Málaga, Chacón, Juan Breva, Manuel Torre, Niña de los Peines, Pepe Marchena, Niña de la Puebla, Naranjito de Triana , etc...., o bien la petenera flamenca de Paterna de Rivera – provincia de Cádiz - fundamentada en cualquier antiquísima tonada judía, ajena a las influencias de ultramar, en que se expresara musicalmente un romance popular , etc. para convertirse en un cante flamenco. Con esta brevísima reflexión también podríamos hacer ver la “ falsedad” que corrió durante bastantes años entre muchos ¿flamencólogos? , sin duda influídos por las tesis de Ricardo Molina y Antonio Mairena, de la inventada “etapa hermética” del cante. Nosotros le aplicamos el principio filosófico “Quod gratis asseritur, gratis negatur”. Nada más lejano, ya que la Flamencología nos dice que en el Cádiz de principios del siglo XIX – como en otros lugares – tanto en teatros como en otros escenarios, los artistas flamencos – payos y gitanos – se desenvolvían entre comedias, sainetes, tonadillas, bailes y piezas cortas y cantaban, bailaban y tocaban todo lo que estaba a su alcance y, además, cobrando por ello. El folklore y el flamenco jamás fueron extraños a los andaluces, así lo demuestra la literatura popular y clásica arrancando en el siglo XVII con el mismísimo Miguel de Cervantes.

PRAXIS: Interpretaré con el guitarrista varios estilos de Peteneras : Rubia de Málaga, Chacón,
Juan Breva, Niño Medina, Niña de los Peines ....
AUTOR: Alfredo Arrebola. FOLCLOREYFLAMENCO.COM

Bonitas canciones para cantar Peteneras


Publicación impresa en Barcelona a finales del siglo XIX con letras de peteneras


16/9/08

MÚSICA QUE SE ANTOJA NAVEGAR


Petenera es una de esas palabras con la que deberíamos, por lo menos, estar familiarizados. Es una palabra mágica. De ella no puede establecerse un significado exacto, pero existe. La única certeza respecto a la palabra petenera, es que se encuentra inevitablemente ligada a lo musical, su pronunciación es en si misma una poesía: Petenera petenera.

Deberíamos estar familiarizados con ella porque es, con todo y el misterio que envuelve a su origen, un concepto fundamental en el glosario de la tradición musical de nuestra región. Junto al Fandanguito y a la Malagueña, es uno de esos huapangos cuya armonía incluye algunos acordes menores, lo que le brinda un aire nostálgico, elegante. La petenera es uno de los sones huastecos más fáciles de identificar, sin duda, uno de los más bellos, y además evidencia irrefutable de la genealogía andaluza, gitana, de la música huasteca.

Desde España, donde los cantes flamencos son objeto de muchos y muy serios estudios antropológicos, llegan a nosotros diversas teorías sobre el origen de su Petenera, la petenera que vía marítima llegó a nuestro Golfo de México para transformarse en otra, tan distinta que sólo el nombre podemos reconocer.

Se dice por ejemplo, en la investigación musical de España, que el cante de la petenera tiene un origen sefardí, judío. Para decir ello se basan en esta copla, una de las más populares de la Petenera flamenca: ¿Dónde vas bella judía?/ tan descompuesta y a estas horas/ voy en busca de rebeco/ que está en la sinagoga

Otra de las teorías (ésta con menor aceptación) es la que encuentra en este cante, un origen antillano, cubano para ser preciso; por un verso que también hace referencia a la Habana; algunos otros haciendo uso de la disciplina etimológica, explican que se trata de una mujer del Petén, una región ubicada entre Yucatán y Guatemala.

Sin embargo, la versión más aceptada es la que habla de una cantaora muy popular en el siglo XIX nacida en Paterna de la Rivera, en Cadiz; era pues paternera, patenera, petenera finalmente.

Lo cierto es que en nuestra Huasteca, la Petenera es cantada por los trovadores sin importar demasiado el significado exacto y el origen de la palabra. La petenera huasteca, es un son íntimamente relacionado con el mar. Juan Jesús Aguilar en su “Trovadores Huastecos tamaulipecos” explica los cantos de la petenera como “pescadores y marineros por excelencia, alusivos a desvíos de la ruta geográfica… es un canto matriz muy de la costa donde siempre aparecen sirenas encantadas y encantadoras”.

Cierto es. La aparición de una mitológica sirena resulta fascinante. En relación a este hecho, podemos comentar sobre la existencia de un relato nahua de la Huasteca, donde una inmensa sirena, junto con un xili* se postran en lo más alto de un cerro y con sus movimientos provocan terribles inundaciones. Sin atrevernos a establecer una relación entre este personaje y el de la petenera, si podemos apreciar que la figura de la sirena está presente invariablemente en la mitología de la región huasteca.

No hay una sola versión de la Petenera que no mencione a esa sirena que a los marineros encanta para robarles el alma. En algunos versos, la petenera es propiamente una forma de nombrar a la sirena, para otros versadores, la petenera es el son que cuenta la historia de la sirena.Destapar aunque sea un poco el baúl que contiene las mil historias que se refieren a la Petenera, es asomarnos a un mundo en el que las maravillas y los encantos de las sirenas nadan sobre las olas de un fantástico mar.

No será esta la primera vez que lo invite a acercarse a la música huasteca, por principio de cuentas, pero también a toda la música original de nuestros pueblos latinoamericanos; así por ejemplo, la próxima vez que por alguna circunstancia usted se encuentre frente a un grupo de son huasteco, y tiene la posibilidad de hacer alguna petición, por el amor de Dios no pida una canción ranchera o norteña, pida una Petenera, le garantizo que el trío la tocará con gusto, y usted quedará prendado de por vida a la magia de este son marinero.

*xili: acamaya de río
Autor del artículo: Miguel Domínguez.

14/9/08

La Petenera en las etiquetas del vino de Jerez



La relacion entre del vino de Jerez y el mundo del flamenco es harto conocida. Desde el último cuarto del siglo XIX, con la generalizacion del embotellado, las bodegas jerezanas se lanzan a publicitar sus marcas por medio del etiquetado de sus vinos. Las etiquetas, realizadas por prestigiosos artistas y diseñadores de la época, recogen todo un universo iconográfico con los elementos más distintivos de la cultura andaluza: fiestas, caballo, escenas costumbristas, tradiciones, el toreo y, como no, el flamenco. En estas etiquetas dedicadas al mundo flamenco sobresale la iconografía en la que se representa a una mujer gitano-andaluza relacionada con el flamenco. Es el caso de dos vinos de la Bodega Sánchez Romate, uno manzanilla y otro amontillado, dedicados a la Petenera.

SOBRE LAS PETENERAS Y PATERNA

Artículo presentado al Concurso de Exaltación de la Petenera o Investigación de su Cante en 2001


Tradicionalmente se ha considerado a Paterna como Cuna de la Petenera desde que Demófilo en su Colección de Cantes Flamencos, publicada en 1881, así lo afirmara apoyándose en el testimonio del cantaor jerezano Juanelo, quien asesoró al padre de los Machado en su estudio sobre los cantes. Mucha polémica se ha suscitado a partir entonces en cuanto al origen de la Petenera, poniéndose en tela de juicio la afirmación de Juanelo. Sin embargo Demófilo no solo se apoya en Juanelo, quién incluso llegó a escuchar a la Petenera, hecho por sí solo evidente, también nos dice que “convienen todos los cantaores en que son antiguas y en que deben su origen a una cantaora de flamenco llamada Petenera”.

Coetáneo y amigo de Demófilo, Francisco Rodríguez Marín señala (Blanco y Negro, Dic.-1897) que “entre los que a mediados de este siglo (XIX) cantaban, no para divertir sus penas, sino para buscarse la vida... en tertulias, tabernas y cafés figuraba, con muy bien ganado derecho, la Petenera, de cuyo nombre de pila no se ha conservado memoria. Había nacido en Paterna de Ribera (provincia de Cádiz), cantaba como los ángeles a decir de los aficionados y la llamaban la Petenera... Bien pudo Juanelo, que la conoció y admiró, hablar del físico de ella a mi buen amigo Machado y Álvarez,...”.

Meses después de publicar Demófilo su Colección de Cantes Flamencos, su amigo Hugo Schuchardt, que había estado en Andalucía en 1879, daba a conocer en una revista filológica alemana su aportación a la investigación del flamenco con “Dies Cantes Flamenco”, que no sería traducido completamente al español hasta 1990. Shuchardt nos dice referente a las peteneras: “Aunque no puedo dar una explicación acertada de la etimología de esa palabra, en cualquier caso considero que son especialmente legendarias las epónimas cantadoras Paternera (del pueblo de Paterna de Rivera) y Soledad, por las que se llaman a las canciones la petenera y la soleá”. Admite pues la existencia de una cantaora llamada Paternera, de Paterna de Rivera, pero no la mujer a la que se refieren las letras del mismo nombre, “pues en ellas (las letras) tan solo se ha personificado la melodía que encanta a todo el mundo”.

Sin embargo las peteneras eran conocidas en Andalucía mucho tiempo antes de que se pusiesen de moda en Sevilla en 1879. La referencia más antigua que teníamos de las peteneras, hasta no hace mucho tiempo, databa de Noviembre de 1845, fecha en que Serafín Estébanez Calderón, “El Solitario”, publicaba por primera vez en las páginas de El Siglo Pintoresco su famosa Asamblea General, en la que nos relata una fiesta en Triana. En dicha fiesta participa una gitana de Cádiz, procedente del otro lado del mar, llamada Dolores que “entre las cosas que cantó, dos de ellas fueron muy alabadas. Erase una la Malagueña por el estilo de la Jabera, y la otra ciertas coplillas a quienes los aficionados llaman Perteneras... Tocante a las Perteneras, son como seguidillas que van por aire más vivo, pero la voz penetrante de la cantaora dábanles una melancolía inexplicable”.

Quizás fue esa Dolores la célebre Petenera de la que todos hablarán posteriormente, sin embargo, muy lejos de Andalucía, el 30 de Octubre de 1844, el Diario de la Habana recogía la noticia de que en el Gran Teatro de Tacón de Cuba un grupo de bailaores, a la conclusión de una comedia del género andaluz, pondrán en escena la función “La Petenera Gaditana”, que será cantada, acompañándose de una guitarra, por Agustín Reyes que, recién llegado de Cádiz, ha cosechado un gran éxito con este género de canciones en sus teatros. Tenemos aquí una prueba de que ya en Cádiz, en fecha anterior a la Asamblea General de Estébanez Calderón, las peteneras, aún no aflamencadas, se cultivaron con bastante éxito en sus teatros. Y es que el mismo Estébanez no dice que la gitana cantaora de esas primitivas peteneras, la Dolores, y su comparsa de Espaletilla, Enriquillo, el Granadino, la Mosca y demás zaransajas., venían de Cádiz y allende el mar.

Juzgamos como muy sugerente este anuncio del periódico cubano, dado a conocer por Ortiz Nuevo, pues creemos es lo suficientemente explícito en relación al origen de la petenera, ¿de qué otro pueblo podía ser La Petenera Gaditana sino del nuestro?.

Esta noticia de prensa nos indica que la Petenera era tan conocida que incluso sirvió de fuente de inspiración para ser llevada a los teatros en pequeñas piezas de género andaluz basadas en canciones, bailes y música de nuestra región. Ya Schuchardt en sus “Die Cantes Flamencos” recogía el testimonio de una señora que, nacida en ultramar, recordaba haber oídos peteneras en su niñez. Esto no es nada extraño, pues fueron muchos los andaluces, también paterneros, que partieron a las Américas tras su descubrimiento y, con ellos, también su música, canciones, romances, costumbres, etc. influyendo sobremanera en la aparición de numerosos géneros musicales americanos. En Méjico aún hoy en día, por influencia de esas peteneras andaluzas que viajaron con los marinos, soldados y comediantes españoles se conservan unos sones con el nombre de Peteneras cuyas letras son muy similares a las nuestras flamencas.

Reconocidos investigadores de la lírica tradicional andaluza han comprobado su influencia en las letras del cante flamenco, constatando la semejanza temática y textual de numerosas coplas flamencas con composiciones recogidas en los cancioneros poéticos y musicales desde los siglos XV y XVI. Así mismo se ha verificado la importancia del romancero en el origen de considerables letras del cante flamenco. Esto ha sido posible gracias a la trasmisión generacional de todas estas manifestaciones populares.

Aunque muy discutido y abierto el origen de las peteneras, dada la participación que hubo de tener en la gestación del cante flamenco las canciones populares, tonadas, villancicos, romances, etc., y la pervivencia en Paterna de muchas de estas expresiones populares de la tradición oral, creemos interesante ahondar en el estudio de las influencias de la lírica popular y el romancero en la creación y desarrollo de las peteneras, sin descartar otros posibles orígenes no excluyentes.

Al hilo de esta apreciación Estébanez Calderón se refiere a las perteneras como ciertas coplillas que son como seguidillas que van por aire más vivo. Por otra parte, Demófilo incluye a las peteneras, frente a ciertas tonadillas como alegrías y juguetillos, entre los cantes flamencos, debido a ese carácter de canción popular que disfrutaba en el último tercio del siglo XIX y a su amplia generalización en teatros, operas, fiestas, etc.

También Schuchardt, que consideraba la “música flamenca” como el modo de cantar e interpretar la gran variedad de poesías populares andaluzas, nos refiere en 1881: “Me sorprende que Demófilo incluya la petenera (como cante flamenco), que considero poco flamenca. Este aire no es por lo demás especialidad de “cantaores” sino que lo canta todo el mundo, incluso las damas distinguidas al piano y las cantantes de buenos teatros en los entremeses”, apuntando que “Demófilo debería haberse dado cuenta de que pertenera es la forma más originaria (así lo he encontrado en otras ocasiones)”, incluso compara la popular letra de “Quién te puso petenera / no te supo poner nombre...” con la canción popular “Quien te puso por nombre Paca / no te supo poner nombre...” recogida en “Cuentos y poesías populares andaluces” por Emilio Lafuente en 1865.

Letras parecidas a conocidas peteneras también se recogen en otros cancioneros populares como la de Señor alcalde mayor (en Foulché-D. “Seguidilles anciannes” nº 117 y 120, p. 318. Revue Hispanique, 8, 1901) , o La Petenera se ha muerto, (“La República se ha muerto” en Cantos Populares Españoles de Rodriguez Marin, 1881; y “El Cerandero se ha muerto” en los cancioneros extremeños).

Muy significativo es que José de los Reyes “El Negro” cante el romance “Monja a la Fuerza” utilizando la línea melódica de la petenera, máxime si su padre, apodado “Tío Juan el de Paterna”, y del que aprendió muchos de esos antiguos romances que él cantaba, vivió en nuestro pueblo; de ahí el mote. ¿Podría haber recogido “Tío Juan del de Paterna” de la transmisión oral de nuestro pueblo ese romance, cuyo tema aparece como “Chiste de una monja” ya en 1550-1551 en Silva de Romances?. Posiblemente, pues en Paterna aun persisten una rica y variada muestra de antiguos romances. Ya Estébanez Calderón en 1831 se lamentaba en otra de sus Escenas Flamencas, Un Baile en Triana, de que solo en la serranía de Ronda y en tierras de Medina y Jerez, donde nos incluimos, se podían aún oír antiguos romances moriscos musicados como el de Gerineldos, en el que algunos flamencólogos ven indicios de ser su melodía precedente de las peteneras.

Mucho queda por investigar sobre las peteneras en particular y el flamenco en general, haciéndose necesario ahondar más en la documentación que nos pueden proporcionar los archivos y hemerotecas, frente a dogmas preestablecidos.

Grupo de Investigación del Flamenco en Paterna “El Alcaucil

8/9/08

TEORÍAS SOBRE EL ORIGEN DE LAS PETENERAS


Premio Concurso de Exaltación de la Petenera o Investigación de su Cante, edición año 2007. Artículo publicado en la revista "El Alcaucil" de Paterna (Cádiz) nº 44.

La Petenera es uno de los cantes más enigmáticos del Flamenco. El halo de misterio, el mito y la leyenda que envuelven sus raíces e historia, han atraído a numerosos investigadores que han propuesto múltiples teorías sobre sus orígenes. Exponemos brevemente a continuación las más conocidas y aceptadas.


1. ORIGEN HISPANOAMERICANO

A) Procedencia de Cuba o Santo Domingo

Antonio Machado, “Demófilo”, en su Colección de Cantes Flamencos de 1881 se hacía eco de la posible procedencia del cante por Peteneras, que para los viejos cantaores de la época, tenía su origen en una cantaora de flamenco nacida en Málaga o en La Habana.

Sin embargo Demófilo rechaza ambas creencias, ni de Málaga ni de La Habana, aunque ve cierta similitud entre las peteneras y el punto de la Habana, el hecho de cantarse pícaramente.

Y es que cuando Demófilo escribió esta obra en el último tercio del siglo XIX, estaban de moda por entonces una serie de canciones populares como “el punto de la Habana” y “el paño moruno”. Será la interacción de estas canciones populares con el flamenco, según algunos autores, que dé como resultado las peteneras, obteniendo, en dicha época, tanta fama y popularidad como los cantes grandes del flamenco.

Para otros autores la Petenera es un cante de origen hispanoamericano porque parece ser que fue bastante cantada en Cuba y Santo Domingo y porque algunas de sus letras hacen referencia a la Habana.

Incluso Estébanez Calderón en su famosa “Asamblea General” de 1847 señala que una cantaora y bailaora llamada Dolores que interpretó unas coplillas que los aficionados llaman peteneras, “llega de Cádiz y allende el mar”. Esta referencia ha hecho pensar a otros autores que tal vez ese cante, pudo venir de La Habana u otro lugar hispanoamericano y encontrar en Paterna una intérprete idónea que lo popularizó en los ambientes flamencos.

B) Procedencia del Petén

Para otros autores la petenera procede de una región de Guatemala llamada El Petén. Derivaría de un cantar triste y melancólico que los indios solían entonar y que fue introducido en España por el puerto de Cádiz, aflamencándose en nuestro país al contactar con los cantaores andaluces. El nombre Petenera procedería por tanto de Petén.
El Petén es una región bastante amplia que comparte además de Guatemala, también Méjico, país donde se ha documentado la primera referencia sobre las Peteneras a principios del siglo XIX, concretamente en una actuación en el Teatro Coliseo de Méjico en que la petenera aparece como un baile.

Otros estudiosos defienden que la Petenera es un palo de ida y vuelta. Una de las tantas tonadas o canciones populares peninsulares viajó a América con los conquistadores y una vez arraigada allí, concretamente en El Petén, entre Guatemala y Mexico, impregnada de las influencias nativas y dotada del nuevo nombre de Petenera, en honor al lugar donde tuvo lugar esta transformación, regresa a España donde se aflamenca gradualmente en la época del café cantante y se incorpora a los cantes flamencos como un palos más.

La región del Petén se localiza entre la Península de Yucatán y el Norte de Guatemala, siendo considerada la cuna de la gran cultura Maya, donde en la actualidad se encuentran los grandes Centros Arqueológicos de esta cultura precolombina. Jugó un importante papel en las relaciones hispanoamericanas, pues era núcleo principal de conexión entre América –La Habana especialmente- y los puertos del sur de España: Sevilla, Cádiz y Málaga.

En México existe un género musical muy extendido en todo el territorio nacional con una importante variedad regional: el son. Se le llama son a gran diversidad de estilos de música y baile cultivado por la población indígena mestiza, cuyas raíces se encuentran en la música tradicional española que los conquistadores importaron al Nuevo Mundo. En la región occidental de México, en la zona de la Huasteca, florecen los sones huastecos o huapangos. Se interpretan en esta región dos tipos de sones: unos tocados en tonos mayores, de ritmo rápido y coplas alegres; y otros en tonos menores, tocados mas lento y de contenido más melancólico, romántico y a veces trágico. Generalmente se bailan estos sones sobre un entablado de madera; la palabra huapango significa literalmente “tarima de madera”.

Uno de estos sones es La Petenera mexicana, un ritmo de origen español, muy tradicional en México, cuyas coplas tratan sobre temas marinos, mujeres, amores y desamores, la soledad..., muy en consonancia con la nuestra flamenca.

Petenera, Petenera
dame de tu palo un ramo
quién te puso picarona
ay solita ya lo ves
quién te puso picarona
que Petenera te llamo.
Petenera, Petenera
dame de tu palo un ramo.
2. ORIGEN RELIGIOSO
A) Música Primitiva De La Cristiandad

Caffarena opina que las peteneras al igual que las saetas tienen su origen en la primitiva música religiosa de la cristiandad, que posteriormente se aflamencaron por la influencia gitana o de algún destacado cantaor o cantaora, adquiriendo un aire totalmente distinto al de su procedencia, y así las saetas derivaran en seguirillas o martinetes y las peteneras en cantes aflamencados, ya sin carácter religioso, e incluso bailable.

Ahondando más en el origen religioso de las peteneras, Caffarena concreta una procedencia sinagogal, pues según él su melodía primitiva era casi un recitado y su letra estaba inspirada, generalmente, en versículos de las Sagradas Escrituras. Incluso recrea una petenera a partir de un salmo de los penitenciales de David y la hace cantar con acompañamiento de armonium consiguiendo con ello el efecto deseado.

B) Origen Gregoriano

Alfredo Arrebola defiende la teoría de que las peteneras están inspiradas musicalmente en los cantos gregorianos. En la ancestral costumbre andaluza de velar a los difuntos en la que se encargaban a mujeres llorar en el velatorio, las plañideras, quienes empleaban la melodía de los cantos gregorianos en sus rezos. También la musicalidad del canto gregoriano será inspiración para los responsos que la iglesia tributaba a sus fieles difuntos. Los gitanos al escuchar estos responsos y cantos de plañideras los adaptarán a sus cantes y crearían la petenera. Por esto, las peteneras produjeron en los gitanos el “mal farium” (es decir, Fatum), cantos de “mal augurio” por relación del cante de la petenera con los cantos de los responsos.

Ramos Romero, autor del libro de Paterna, recoge esta teoría de Arrebola y señala que a principios del siglo XIX aún existía la costumbre en Medina de contratar a plañideras para asistir a los velatorios y entierros. También refiere que en Paterna en el septenario de Dolores y en los sábados a la Virgen de la Soledad se cantaba una copla responso dulcemente alegre y melancólica, que pudo dar pauta a este cante sentimental y melancólico, las peteneras, que posteriormente divulgó nuestra paisana Dolores la Petenera.

C) Origen Judío o Sefardí

Hay la creencia por parte de algunos estudiosos que la petenera es canto de origen semita o sefardí, basándose unos en la letra:

¿Dónde vas bella judía,
tan descompuesta y a deshora?
voy en busca de Rebeco
que está en la sinagoga.


Letra que por cierto tiene su réplica en una antigua saeta a la Virgen de la Soledad:

¿Dónde vas bella paloma,
a deshora de la noche?
voy en busca de mi Hijo
que lo entierran esta noche.

Otros creen que tiene sus raíces en las viejas canciones populares que se conservan en los Balcanes por parte de los judíos sefardíes que fueron expulsados de España a finales del siglo XV, algunas muy similares a determinados cantes flamencos, incluso con la popular copla que se refiere al nombre de la Petenera, la que le atribuye ser “la perdición de los hombres”. En una visita que el Ex presidente de Israel y embajador israelí en España Itzjak Navón, hizo a Córdoba con un cuaderno en el que recopiló canciones sefardíes de las mujeres de su familia expulsadas de dicha ciudad les recitó a dos cantaores una canción; ellos la reconocieron y se la cantaron. Sin embargo se negaron a cantarle otra copla por la que el embajador a continuación les preguntó: la Petenera.


3. ORIGEN EN LA TRADICIÓN LIRICA

A) Cántigas

Para José García Aparicio la Petenera es un cantar de juglaría que figura en el Códice de las Cántigas de Alfonso X el Sabio, recogiendo la opinión del musicólogo Julián de Rivera que afirma que algunas cántigas coinciden completamente con las peteneras. Para este autor son numerosas las coincidencias entre ciertos cantes flamencos como la seguirillas, playeras, soleares, etc. con ciertas melodías sacadas del libro de Alfonso X.

B) Cancionero Popular

Muchos investigadores han comprobado la influencia de la lírica tradicional andaluza en las letras del cante flamenco, constatando la semejanza temática y textual de numerosas coplas flamencas con composiciones recogidas en los cancioneros poéticos y musicales desde los siglos XV y XVI

Al hilo de esta apreciación Estébanez Calderón se refiere a las perteneras como ciertas coplillas que son como seguidillas que van por aire más vivo. Por otra parte, Demófilo incluye a las peteneras, frente a ciertas tonadillas como alegrías y juguetillos, entre los cantes flamencos, debido a ese carácter de canción popular que disfrutaba en el último tercio del siglo XIX y a su amplia generalización en teatros, operas, fiestas, etc.

Letras parecidas a conocidas peteneras también se recogen en otros cancioneros populares como la de Señor alcalde mayor (en Foulché-D. “Seguidilles anciannes” nº 117 y120, p. 318. Revue Hispanique, 8, 1901; y ) , o La Petenera se ha muerto, (“La República se ha muerto” en Cantos Populares Españoles de Rodriguez Marín, 1881; y “El Cerandero se ha muerto” en los cancioneros extremeños).

C) Romancero

Algunos investigadores consideran al romancero como el origen del flamenco. Cuando los gitanos llegan a España incorporaron inmediatamente los romances, –Gerineldo, Conde Olinos, Bernardo del Carpio, Durandarte, Conde Sol... –, a sus repertorios, y convierten la poesía romancesca en “corridos”, (precisamente porque se cantaba en forma corrida y ligada, siendo su extensión considerable). Muchas letras flamencas proceden de romances antiguos muy conocidos.

La pervivencia en Paterna de muchas expresiones populares de la tradición oral, apoyarían la tesis de la influencia del romancero en la creación y desarrollo de las peteneras en nuestro pueblo.

Eso lo corroboraría el hecho de que José de los Reyes “El Negro” cante el romance “Monja a la Fuerza” utilizando la línea melódica de la petenera, máxime si su padre, apodado “Tío Juan el de Paterna”, y del que aprendió muchos de esos antiguos romances que él cantaba, vivió en nuestro pueblo; de ahí el mote. ¿Podría haber recogido “Tío Juan del de Paterna” de la transmisión oral de nuestro pueblo ese romance, cuyo tema aparece como “Chiste de una monja” ya en 1550-1551 en Silva de Romances?. Posiblemente, pues en Paterna aun persisten una rica y variada muestra de antiguos romances. Ya Estébanez Calderón en 1831 se lamentaba en otra de sus Escenas Flamencas, Un Baile en Triana, de que solo en la serranía de Ronda y en tierras de Medina y Jerez, donde nos incluimos, se podían aún oír antiguos romances moriscos musicados como el de Gerineldos, en el que algunos flamencólogos ven indicios de ser su melodía precedente de las peteneras.


4. CREACIÓN DE UNA MUJER DE PATERNA

Según la tradición, el cante de las Peteneras fue creado por una hermosa mujer cantaora de flamenco, una mujer muy guapa, “de rompe y rasga", una rompecorazones de la que se dice que hizo perder la vida a alguno de sus amantes, "la perdición de los hombres". En toro a su figura y vida fatalista se ha tejido toda una leyenda negra sobre la que se ha cimentado la tan traída superstición de mal fario que se le atribuye a este cante, sobre todo entre los gitanos.

Esta mujer, de cautivadora belleza e irresistible encanto, conocida por todos con el nombre de "Petenera" era natural de un pueblo de la provincia de Cádiz, Paterna de Rivera, nuestro pueblo. Así lo afirmaba ya Demófilo a finales del siglo XIX en su Colección de Cantes Flamencos, publicada en 1881, apoyándose en el testimonio del cantaor jerezano Juanelo, quien asesoró al padre de los Machado en su estudio sobre los cantes. Mucha polémica se ha suscitado a partir entonces en cuanto al origen de la Petenera, poniéndose en tela de juicio la afirmación de Juanelo. Sin embargo Demófilo no solo se apoya en Juanelo, quién incluso llegó a escuchar a la Petenera, hecho por sí solo evidente, también nos dice que “convienen todos los cantaores en que son antiguas y en que deben su origen a una cantaora de flamenco llamada Petenera”.

Coetáneo y amigo de Demófilo, Francisco Rodríguez Marín señala (Blanco y Negro, Dic.-1897) que “entre los que a mediados de este siglo (XIX) cantaban, no para divertir sus penas, sino para buscarse la vida... en tertulias, tabernas y cafés figuraba, con muy bien ganado derecho, la Petenera, de cuyo nombre de pila no se ha conservado memoria. Había nacido en Paterna de Ribera (provincia de Cádiz), cantaba como los angeles a decir de los aficionados y la llamaban la Petenera... Bien pudo Juanelo, que la conoció y admiró, hablar del físico de ella a mi buen amigo Machado y Álvarez,...”.

Meses después de publicar Demófilo su Colección de Cantes Flamencos, su amigo Hugo Schuchardt, que había estado en Andalucía en 1879, daba a conocer en una revista filológica alemana su aportación a la investigación del flamenco con “Dies Cantes Flamenco”, que no sería traducido completamente al español hasta 1990. Shuchardt nos dice referente a las peteneras: “Aunque no puedo dar una explicación acertada de la etimología de esa palabra, en cualquier caso considero que son especialmente legendarias las epónimas cantadoras Paternera (del pueblo de Paterna de Rivera) y Soledad, por las que se llaman a las canciones la petenera y la soleá”. Admite pues la existencia de una cantaora llamada Paternera, de Paterna de Rivera, pero no la mujer a la que se refieren las letras del mismo nombre, “pues en ellas (las letras) tan solo se ha personificado la melodía que encanta a todo el mundo”.

Su creadora, una tal Dolores, cantaora natural de Paterna de la Rivera, se dice que habiendo ido a cantar a Triana, se afincó definitivamente en Sevilla. Allí se la llamó al principio la Paternera, y luego, por sucesivas deformaciones, Patenera, Petenera...

Según Marcos Ramos “será Tomás Borrás quien en su libro “Palmas Flamencas” recoja la tradición muy difundida en la villa de eran tres hermanas famosas por su belleza: Dolores, María y Soledad, de las que Dolores sería la conocida “Petenera”. Con este nombre de Dolores la recuerdan sus paisanos. Así lo he recogido de una anciana cifrando los 80, Agustina Colón, quién recuerda de sus padres que Dolores vivía con los suyos en una choza en la Pasadilla de Jiménez, que es la del Salado camino de Puerto Real y que de allí se vinieron a vivir en el Callejón de los Ahorcados, hoy parte de calle Juan Macías, a casa de los Ribera, donde luego tuvo la escuela Antoñita Parra”.

Grupo de Investigación del Flamenco en Paterna “El Alcaucil”

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