Paterna: Flamenca y Cantaora

Hoy en día es un hecho prácticamente aceptado por la mayoría de los investigadores del flamenco que el cante por Peteneras tiene su origen en Paterna de Rivera (Cádiz). Pero Paterna no solo es la Cuna de la Petenera; el cante flamenco es una de sus principales manifestaciones culturales, tan arraigado entre su gente, que ha dado todo un elenco de importantes cantaores de renombrada fama. Y es que el Flamenco y la Petenera son señas de identidad cultural de este blanco pueblo gaditano.

Desde su fundación, “El Alcaucil”, en su afán por recuperar el rico acervo cultural de nuestro pueblo, ha venido desarrollando numerosas actividades en torno al cante, la petenera y la promoción de artistas y aficionados locales. Continuando esta labor de difusión y promoción esta asociación pretende ahora abrir este espacio dedicado al flamenco en Paterna con especial interés en sus cantaores y al cante que le da fama, la Petenera.



30/7/10

CARACOLILLO DE PATERNA


NOMBRE: Agustín García García

NOMBRE ARTÍSTICO: "Caracolillo de Paterna". Se lo puso Francisco Guerrero Jiménez "Niño de la Cava".

FECHA DE NACIMIENTO: 14 de Febrero de 1974

LUGAR DE NACIMIENTO: Calle Padre Bargetón nº 23 (Paterna de Rivera, CÁDIZ)


La vena cantaora de este joven paternero le viene de familia, pues su tío es el conocido cantaor "Rufino de Paterna". Comenzó a cantar con 9 años, de la mano de Antonio Pérez "El Perro de Paterna" que fue quién le ensenó sus iniciales compases en el cante. Sus primeros actuaciones tiene lugar ante sus compañeros del Colegio Juan XXIII de Paterna donde hizo sus estudios de EGB. Pero se dará a conocer al público en el Polideportivo de su pueblo acompañado a la guitarra por "Rafael "El Zurdo". A partir de entonces su tío "Rufino de Paterna" lo llevará a algunas actuaciones por la provincia, debutando en Benaocaz.

Sobresale en la seguirilla y las alegrías, aunque cultiva con maestría la saeta, soleá, tangos, tientos... Admira como cantaor a Antonio Mairena.

Se ha presentado a numerosos concursos como La Petenera de Paterna (Cádiz), alegrías de Cádiz, saetas de Baena, El Puerto, Málaga y Chipiona, etc...

Ha dado recitales Recital en la Peña Flamenca Mari Camarena y en el Instituto Alfónso X de Arcos de la Frontera, ha actuado en presentación del cartel de Semana Santa de Cádiz de 2008 en el Casino, peñas flamencas, festvales, asociaciones...

Teléfono de contacto para contrataciones: 956 41 60 21



FINAL DEL XXXV CONCURSO NACIONAL DE CANTE POR PETENERAS


31/07/2010 - 01/08/2010  PATIO I.E.S. PATERNA DE RIVERA
El próximo día 31 de Julio de 2010, tendrá lugar la Final del XXXV Concurso Nacional de Cante por Peteneras en el que tomarán parte cinco finalistas que optarán a los siguentes premios de peteneras:

1º Premio: 4.000 euros y placa

2º Premio: 2.000 euros y placa

3º Premio: 1.000 euros y placa

4º Premio: 750 euros y placa

5º Premio: 600 euros y placa

Además tendrá lugar la actuación del ganador al mejor cante libre presentado a concurso dotado con 750 euros y placa, y la acutación del ganador del premio en la categoria menor de 22 años, dotado con 750 euros y placa.

Tras la fase de concurso vendrá el fin de fiesta que estará amenizado con los siguientes artistas invitados:

"El Luli y su grupo", cantaor local

El espectáculo de Copla "Pasión Andaluza" en el que intervendrán los artistas: Juan Calero, Erika Leiva, Rosa Marín y María Ángeles Marín.

El acto estará presentado por el prestigioso y maestro Pepe Marín, y al que asistirán como guitarristas oficiales, Manuel Lozano "Carbonero", Miguel Ángel Chamizo "Chamizo" y Juan Antonio Gómez "Niño de la Escalerilla".

FUENTE: WEB AYUNTAMIENTO DE PATERNA DE RIVERA

29/7/10

FINALISTAS DEL XXXV CONCURSO NACIONAL DE CANTE PETENERAS

29/07/2010

EL JURADO DA SU VEREDICTO PARA LA FINAL

El pasado día 22 de julio se dio a conocer el fallo del Jurado del XXXV Concurso Nacional de Cante por Peteneras donde se dictaminó que los concursantes que pasan a la final son Tomás Peleira García, de El Puerto de Santa María, (Cádiz), José León Romero, de Mairena del Alcor (Sevilla), Antonio Gómez Rubio, de Paterna de Rivera, (Cádiz), Agustín García García, de Paterna de Rivera, (Cádiz) y Francisca Corpas Martin de Málaga.

Asimismo, también se fallaron los premios de cante libre cuyo ganador ha sido José Manuel García Mariscal, el premio en la categoría de menor de 22 años, que recayó en la Srta. Marta González Sevillano, y el premio a la mejor letra nueva de peteneras presentada a concurso que se ha otorgado a la letra titulada “Sus peines son de canela”, cuya autora es Dña. Virginia Del Pilar Gámez Gíl, de Malaga, que fue cantada por Ana Serrano Aragón de Málaga en la segunda fase preliminar de este concurso, el día 19 de junio.

Por otra parte y paralelamente a este concurso de cante se desarrolla el concurso de exaltación de la petenera o investigación de su cante y su concurso nacional cuyo ganador ha sido Guillermo Castro Buendía de Madrid.

FUENTE: WEB AYUNTAMIENTO DE PATERNA DE RIVERA

23/7/10

LA PETENERA. NARRACIÓN POPULAR. 1881. y V

REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010

LA PETENERA

NARRACIÓN POPULAR

Eugenio de Olavarría y Huarte


V

Hubo un momento en que, acabado el baile, se interrumpieron las voces y los gritos y cesó el estrépito en la casa. Los bailadores pedían un instante de descanso para sus piernas fatigadas, y los cantadores un trago de vino para su garganta seca. Corrían los panzudos jarros de mano en mano, perdíanse las tajadas en las bocas abiertas desmesuradamente para recibirlas, y por breve reto la gente se dedicaba a reponer las fuerzas perdidas para volverlas a perder de nuevo. El silencio en la calle era grande también.

En medio de un gran corro, sentados uno junto al otro, devorándose con la vista, Rosa y Pedro, el ingrato seductor de Lola, eran objeto de todas las miradas y de todas, las chanzonetas groseras y burlonas que una tras otra acudían a los labios poco delicados de los concurrentes a la boda. Jóvenes los dos y hermosos, todo parecía sonreírles. En la mirada de Rosa pintábase la satisfacción de su amor propio satisfecho, el orgullo del ser amado; en la de Pedro nadie hubiera podido hallar ni la más leve sombra de un recuerdo de su pasión hacia la cantadora sevillana. Ni él ni ella hablaban tampoco. Fatigados de la danza de todo el día ansiaban el término de la fiesta; pero es preciso dar a los amigos lo que es suyo, y mientras hubiera muchacha sentada o mozo que quisiera echar un baile, ni Pedro ni Rosa podía excusarse de bailar.

De pronto, y en un momento en que el silencio era más profundo, una guitarra, torpemente tocada a l principio, dejó oír en la calle, frente a la misma casa, sonidos apagados y débiles como el balbuceo de un niño. En medio de la calma de la noche se oía admirablemente.

-¿Quién vendrá a estas horas a darnos serenata?– preguntó Rosa sorprendida.

-Será algún ciego que se retira ya a su casa, -dijo uno de los convidados.

-Pues que suba y tomará alguna cosa.

-Veamos primero qué tal lo hace, y si os gusta, bastante será darle una limosna, un pedazo de pan y un sorbo de vino y que se marche a dormir.

-Chist!... –dijo Pedro que, sin saber por qué, prestaba gran atención a aquellos sonidos que entraban por las abiertas ventanas como quejas del viento.-

Ya Lola acababa de templar la guitarra, y concluían las notas desparramadas, los ecos aislados. Una súbita revolución se operó en ella. Al estrechar en sus manos aquel instrumento, compañero fiel de sus momentos de alegría, testigo de sus horas de tristeza, que hablaba o enmudecía según el estado de su ánimo, y que al estallar en ondas de armonía dábala cantos o gemidos, habíase sentido otra, y había vuelto a ser la Lola de otros tiempos, la Petenera, cual la llamaban en Sevilla. El pasado y el presente se fundían ahora en in cuadro informe; la Lola ultrajada, la Lola envilecida, borrábase lentamente, y en su lugar, quedaba la cantaora andaluza; una noche tranquila y callada y una guitarra entre las manos, ¿Qué más que aire y calma necesita para cantar el pájaro nacido para esto?.

Y la guitarra se transforma, también en sus manos, y como si un ángel durmiese dentro de la caja, y despertado de repente pasase saltando por las vibrantes cuerdas, exhalando sonidos armoniosos, dulces notas herían el aire llevando sus ecos hasta lo más profundo del corazón. Era una queja sentida, un gemido arrancado al alma por el dolor más intenso; era un ¡ay! Melodioso, un canto proferido por un alma buena, inocente y pura, herida de amor, gimiendo bajo el peso de la ingratitud. Luego tomó colores más sombríos, hiciéronse más secas las notas, más duros los sonidos, y entonces fue cuando Lola abrió sus labios, y envuelta en vahos de calentura dejó escapar por ellos uno de esos cantares que hace el pueblo para expresar sus sentimientos; breve copla que encierra en cuatro versos un poema como en una lágrima se encierra a veces toda la angustia de una vida. No era ya la pobre Lola enferma y espirante de dolor la que cantaba, sino la antigua Petenera, cuya voz tierna, pero enérgica y sentida, parecía como una mezcla de cantos de ruiseñor y susurros de fuentes, y armonías del viento y ruido de pequeñas corrientes de agua deslizándose en cascada vistosa por ásperos guijarros. Y la copla que cantaba era, más que cantar, un grito de dolor, un supremo grito de angustia, indefinible, misterioso, saturado de extraña amargura, de profundo pesar, de desesperadora melancolía.

Sola soy, sola nací,
Sola me parió mi madre,
Sola tengo que morirme…
¡la Soledad me acompañe!...

Al llegar hasta ellos la voz que cantaba, los convidados callaron, prestando atención a aquel gemido lastimero. Pedro y Rosa fueron los únicos en conocer de quién era aquella voz; y es que muchas veces había sonado en sus oídos, halagadora como una caricia para él, fría y seca como un sarcasmo para ella.

-¡Lola! –dijo Pedro en voz baja que no fue oída de nadie.

-¡La Petenera! –murmulló a su vez Rosa estrechándose por un movimiento instintivo contra el que ya era su marido, como si creyera que se lo iban a arrebatar.

Todos se levantaron y acudieron a los balcones, para conocer la persona que cantaba; los dos novios ocuparon uno en el centro, que caía precisamente frente a la cantaora a la cual bañaba con su amarillenta luz un farol próximo.

Daba lástima ver a la pobre joven sentada en el suelo, fuertemente apoyada contra el muro, apretando la guitarra contra su corazón y alzando su hermosa cabeza , mostrando así su rostro, a cuya mate palidez venía a dar nuevo matiz el cárdeno reflejo de la luz de gas cayendo sobre él en invisibles corrientes lumínicas. Al verla as í los convidados se miraron unos a otros con lástima. Rosa y Pedro se extremecieron (sic) también.

Pronto se apercibió Lola de que la miraban; pronto sus ojos brillaban como relámpagos en las sombras de la oscura noche, distinguieron allí, junto a ella, a Rosa y Pedro unidos estrechamente, felices, dichosos, y entonces, alzando con altivez y orgullo la cabeza, entreabrió sus labios secos y descoloridos, y con voz empapada en lágrimas, nuevamente el dolor se desbordó en esta queja:

En la iglesia el otro día
A mi Dios se lo pedí,
Que ojalá sufras las penas
Que me está matando a mí!.

Era tan triste, encerraba tanto dolor y tanto odio a la vez aquel cantar que en medio de la noche sonaba con ecos de maldición llamando la venganza del cielo sobre la cabeza de un culpable, que cuantos lo oyeron se miraron con terror. Sin tener conciencia de lo que aquello significaba, presentían un drama en torno suyo. Había empezado a llover, y las pequeñas gotas que caían se les antojaban lágrimas…

Por su parte, los novios seguían como bajo el peso de una amenaza. Cuando la copla espiró en los labios de la Petenera, Rosa abrió los ojos y miró a su marido, que pálido y sin color no podía apartar la vista de su antigua amante. Había en la mirada de Rosa una mezcla de celos y desconfianza; quería leer en el rostro de Pedro si en el corazón de éste había muerto ya todo recuerdo antiguo, toda vieja memoria del pasado; y le miraba con miedo, con temor; como si dudase de hallar una respuesta satisfactoria a sus preguntas. Pedro lo comprendió así, acogió con una mirada de amor la mirada de incertidumbre de Rosa, y queriendo destruir las dudas de ésta, metió la mano en un bolsillo, sacó un puñado de cuartos, y los echó a los pies de la infeliz cantaora que aquél instante acababa su copla…

Entonces, al verse de este modo herida, y herida ante su rival, por un súbito movimiento, se puso de pie, se separó del muro y dio algunos pasos en dirección a la casa; pero el intento era mayor que sus fuerzas y de pronto exhaló un nuevo grito, se llevó la mano al corazón, y cayó pesadamente sobre las piedras de la calle, dando con la cabeza en la guitarra cuyas cuerdas dejaron escapar un sonido áspero y desacorde.

Esta fue la oración fúnebre de Lola
La pobre Petenera había muerto.



EUGENIO DE OLAVARRÍA Y HUARTE

LA PETENERA. NARRACIÓN POPULAR. 1881. IV

REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010

LA PETENERA

NARRACIÓN POPULAR

Eugenio de Olavarría y Huarte


IV

Todo era animación y bulla, estrépito y algazara en un cuarto principal de la calle Lavapiés. Hacía largo rato que sonaba, y ya la vecindad, acostumbrada al eco prolongado de los gritos, a los latidos intermitentes de las risotadas, apena si le prestaba atención. La murga, que durante un par de horas sopló con una constancia y un entusiasmo dignos de mejor causa las piezas más alegres y populares de su repertorio, combinándolas con sendos tragos de lo añejo, habíase retirado ya con todos los honores de guerra. La calle empezaba a quedarse desierta.

Las doce en punto y nublado concluía de cantar el sereno cuando entró Lola en la calle. La noche era bochornosa; la atmósfera pesada. Grandes nubes encapotaban el cielo, y apenas si por sus rotos girones dejaban pasar el trémulo resplandor de algunas estrellas.

Lola respiraba con dificultad. Las fuerzas ficticias que la habían sostenido hasta allí, empezaban a abandonarla en el mismo momento de llegar al logro de su insensato deseo. Hizo, sin embargo, un supremo esfuerzo, y siguió adelante, hasta llegar frente a la casa que parecía un monstruo ebrio exhalando gritos descompuestos y estallando en estentóreas carcajadas. Allí se dejó caer desfallecida en el quicio de una puerta, y quedó arrimada al muro como una mancha en la pared, temblando convulsivamente.

LA PETENERA. NARRACIÓN POPULAR. 1881. III

REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010

LA PETENERA

NARRACIÓN POPULAR

Eugenio de Olavarría y Huarte

III

Tristes pasaron las horas. Harto breves en los días de gloria y felicidad, son horriblemente largas en los días de luto y de dolor. Parece como que no van a concluir nunca. La vista impaciente sigue el movimiento de las manecillas del reloj, que, sin embargo, no se mueven. Quisiera acaso creer que el péndulo se ha parado, pero se oye a intervalos el latido del geniecillo hijo del tiempo encerrado en la cárcel de madera y sujeto con los hilos invisibles del acero. De tarde en tarde un ruido seco, como golpe dado en la esfera por un dedo descarnado, suena marcando que ha pasado un minuto… ¡Un minuto!. ¡Qué largas son las horas cuando se cuentan por minutos!.

Lola no tenía reloj para contar el tiempo, y lo contaba con sus oraciones. Sus labios se movían sin cesar, y su alma en místicos raptos se elevaba hasta Dios. Vencida por el cansancio, la anciana había reclinado su cuerpo sobre la cama y yacía aletargada más bien que dormida…. Mucho tiempo pasó así.

De repente se levantó Lola. Una idea había acudido a su mente. Quería ver, por sí misma, la dicha de su novio y su rival; quería asistir a su triunfo; presentarse entre ambos, para que los andrajos que la envolvían, la enfermedad que la abrasaba, fueran una nota sombría en el cuadro de su felicidad. Quería unir su voz débil y quejumbrosa a los gritos, a los cantos de los concurrentes a la boda, para que en el concierto de la ventura general, sonase como un eco desacorde que perturbase la armonía. Durante breve rato vaciló. Para levantarse tenía que pasar por cima de su madre, y algo, como un presentimiento, gritaba a su oído que no la volvería a ver.

Además, su debilidad era tan grande que podía caer antes de llegar a donde quería ir, y entonces no conseguía nada… Pero su vacilación fue corta. Echó fuera de la cama su cuerpo enflaquecido, cubrió sus carnes que temblaban a impulsos de la fiebre como la puerta desvencijada de un castillo ruinoso agitada por los vientos otoñales, y envolviéndose en un harapiento mantón negro, y ciñiendo a su hermosa cabeza un trapo que fue otro tiempo rico pañuelo de seda blanco con ancha franja azul y rosa, se puso de pie, teniendo que arrimarse enseguida a la pared, porque su desfallecimiento era tal que hubiera caído al suelo. Cuando se repuso dirigióse a un rincón de la estancia y allí, de entre una nube de polvo y un montón de harapos, desenterró un guitarra, ya desgastada por el uso, único objeto que podía recordarla su antigua vida de cantaora sevillana. Un raudal de lágrimas acudió a sus ojos.

Aquella guitarra, ¡la recordaba días tan felices!. Cual bandada de pajarillos que ensayaban el primer vuelo y son llamados hacia el nido por el arrullo maternal, acudieron a su imagen mil coplas alegres y sentidas, y aquellas viejas memorias, tan de improviso despertadas, fueron un bálsamo para los dolores de Lola, que furtivamente, como ladrón que teme ser sorprendido, apretando contra su cuerpo la vieja guitarra, en cuyas cuerdas dormían tantas notas empapadas en lágrimas, salió del cuarto a pasos lentos e ininterrumpidos, después de depositar en la frente de su madre un beso. Cruzó con gran trabajo el patio infecto tristemente alumbrado por la claridad mortecina de las estrella; traspuso luego el sucio portal, estrecho y sombrío, y salió por fin a la calle respirando con fuerza el aire libre que parecía dar nueva vida a sus pulmones oprimidos.






LA PETENERA. NARRACIÓN POPULAR. 1881. II

REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010

LA PETENERA

NARRACIÓN POPULAR

Eugenio de Olavarría y Huarte

II


Y es que su alma, herida cruelmente, manaba sangre en abundancia. Desgarrada por el dolor, presa del más cruel infortunio, sentía el dardo que el destino lanzara sobre ella, clavado allá, en lo más hondo de sus entrañas. El viento del desengaño apagaba la luz de la esperanza, convirtiendo en ruinas el santuario de su espíritu, mientras la enfermedad, ese fantasma desdentado, de paso trémulo y vacilante como el de un hombre ebrio, tenía la sujeta al lecho con sus dedos de garfio. La joven sentía pesar sobre ella aquella mano que la rompía los huesos; muchas veces despertaba con sobresalto: parecíala que alguien dormía cerca de ella, y era el aliento de la enfermedad que en olas de calentura la abrasaba.

Nadie hubiera conocido ahora en ella a aquella joven hermosa y alegre como una mañana de primavera. Gran trabajo habría costado a todos los que desde la infancia la trataron, reconocer en ella a Lola la sevillana, la muchacha más bonita de Sevilla, con los ojos más grandes de la cristiandad y los pies más chiquititos de la tierra, con la mirada que parecía calentar el aire con los rayos que lanzaba, y la risa franca y fresca que corría retozona por sus labios rojos como el clavel, señalando en sus mejillas rosadas dos hoyitos llenos de gracia, verdaderos nidos del amor, como los llama el poeta.

Habíase apagado su mirada, sus bellos colores habían desaparecido, y sus ojos, hundidos y rodeados de un círculo morado, parecían los cadáveres de aquellos otros ojos a que achacaban tantas muertes los sevillanos cuando en las fiestas del barrio, a que acudía Lola, cantaban acompañándose de la guitarra –ese piano del pueblo que arranca de él notas más tiernas y delicadas que las sonatas de Behetowen o las melodías de Schubert:

                                        Son dos ojos negros asesinos
                                        Los ojos de esa mujer.

Sus negros cabellos, brillantes como el ébano, aparecían ahora como negra masa apelotonada; el sudor y la calentura les habían arrebatado su brillo y su vida. Diversas arrugas cruzaban su frente antes tan tersa, haciéndola parecer a un cielo preñado de nubes. El desastre era espantoso; la ruina completa. La Lola de hoy no parecía sino el cadáver de aquella otra Lola graciosa y andaluza; solo el mar de llanto que sin cesar brotaba de sus ojos y caía sobre sus flacas mejillas podía persuadir que aún había vida en su cuerpo, porque había dolor y en el ser humano, ángel caído del cielo, alma extraviada desprendida de otro planeta en que dejó sus ilusiones y por el que clama sin cesar, el dolor y la vida son compañeros inseparables; son un solo término de esa fórmula viva que se denomina especie humana.

Era una historia triste y dolorosa; una de esas historias tan vulgares, pero tan impregnadas de sentimiento , que hacen llorar al que las oye, capítulos arrancados a ese gran libro de tormentos que se llama existencia de la mujer y que es todo un martirologio. Lola era guapa, muy guapa; con una cara capaz de trastornar a cualquier hombre, y un garbo, y una sal como solo se usan en Andalucía, bajo aquél cielo riente y sobre aquella tierra florida que recibe todos los días los besos de las brisas africanas. Alegre desde niña, no comprendiendo la tristeza, había vivido tranquila y feliz cantando desde el Oriente hasta el Ocaso, como un pajarillo que juguetea en el árbol con cuantas ramas tiene alrededor. Su padre murió cuando ella era harto pequeña para comprender la magnitud de semejante pérdida; de aquí que no hubiera tenido que sufrir ese gran dolor. Un día, sin embargo, una nube de llanto veló por primera vez sus ojos ocultándola las flores del campo y las estrellas del cielo. Y es que un hombre había derramado en su oído el veneno de sus palabras, abriendo ante sus ojos horizontes llenos de luz, una luz viva, pero deslumbradora, y mostrándola el espectáculo risueño de los mundos y los hombres y los hombres adorando al amor de Dios soberano de la tierra. Aquellas palabras fueron para ella toda una revelación; algo despertó en lo más recóndito de su alma, y extrañas ideas, como viborillas que más tarde le habían de matar, empezaron a germinar en su interior. Luego, las ideas crecieron, y crecieron, haciendo callar a sus sentimientos, envolviéndola como en una atmósfera que en realidad no era suya; las palabras del hombre, transformándose en pequeñas barras candentes que traspasaban su cerebro, la trastornaban, la vacían temer por su razón. Y llegó otro día en que se volvió loca, y olvidándose de que tenía una madre y un nombre honrado que no debía manchar de lodo, porque el lodo de que lo salpicase había de caer como lluvia de cieno sobre la tumba de su padre, huyó de Sevilla, dejando su madre, su familia, la iglesia en que oía misa los domingos, la Virgen a quien rezaba en sus
tribulaciones; y huyó dejando tras de sí el escándalo y loa deshonra, señalando como mudos testigos la torcida huella de sus pasos.

Un año había pasado de esto, y durante él, ¡cuánto sufrió su corazón! ¡Cuántas lágrimas abrasaron sus mejillas! Un día su seductor desapareció para no volver más. Al saberlo Lola no derramó una sola lágrima; estaba acostumbrada al sufrimiento. Diez meses había vivido con el miserable que la sacó de su casa, soportando humillaciones sin cuento, sufriendo privaciones sin fin; pero llevando resignada la cruz de su castigo hasta el Calvario de su expiación; porque un alma palpitaba en sus entrañas, y ese alma venía a decirla que era la misericordia divina mayor que su delito con serlo este tanto. Llegó, por fin, el día del alumbramiento, y por primera vez, después de un año, la felicidad volvió a presentársela bajo la forma de un ángel rubio y rosado, de ojos azules y mejillas de terciopelo, pero precedido de dolores más espantosos que la muerte misma.

Rendida por largas horas de agonía, la pobre Lola descansó al fin estrechando contra su pecho al hijo que tan duros sufrimientos le costara. 
Su sueño fue agitado, los fantasmas de la calentura y la debilidad la agitaron durante todo él. Estrechaba convulsivamente a su hijo entre sus brazos como si alguien se lo arrancase del seno en que dormía reclinado, aún en esa especie de bruma que se estiende (sic) entre la noche del no-ser y la aurora de la existencia, vago crepúsculo en que solo el llanto y el gemido dan testimonio de la vida.

Llegó a soñar que la arrebataban aquel hijo que tantos dolores le había costado; quiso oponerse a ello pero la faltaron las fuerzas, el cansancio la rindió y durmió profundamente. Cuando despertó exhaló un grito de espanto: ¡su sueño era verdad! ¡La habían robado a su hijo!.

Las largas horas del alumbramiento quebrantaron el organismo del recién nacido y había muerto sin exhalar un sollozo.

Al saber esta nueva desgracia, Lola, que ya se creía tan feliz, cayó en un fuerte delirio del que tardó mucho en volver. Atacada de calenturas puerperales, la tisis hundió sus garras en su cuerpo dolorido, y la muerte, como hambriento cuervo en un campo de batalla, esperaba verla caer para lanzarse sobre ella.

Durante estos dos meses, la infeliz no había estado sola. Avisada por una amiga la madre de Lola, que lloraba en la noche de su ceguera el abandono en que su hija la dejara, se había apresurado a reunirse con ella para prodigarla sus cuidados. Su compañía fue un gran consuelo para la pobre Lola que, al sentir sobre su frente las temblorosas manos de su madre, se sintió absuelta por el cielo y libre de pecados, tal como lo estaba en aquellos días risueños y felices de la mañana de su vida, y aceptó la pérdida de su hija como una penitencia.

Tal era el poema de dolores escrito con lágrimas en los húmedos muros de aquel cuarto estrecho y sombrío en que el aire no circulaba, en que la luz no entraba nunca, cual si a la luz, y al aire les amedrentase el sucio rincón en que guardaba el vía-crucis de un alma, y que parecía un gran agujero abierto en el fondo de una cueva pavorosa y oscura de las regiones infernales, despiadada habitación de empedernidos pecadores

LA PETENERA. NARRACIÓN POPULAR. 1881. I

REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010


LA PETENERA

NARRACIÓN POPULAR

Eugenio de Olavarría y Huarte

Artículo publicado el 28 de Abril de 1881 por Eugenio de Olavarría y Huarte en “LA AMÉRICA: CRÓNICA HISPANOAMERICANA” (Madrid: 1857-1886)", una de las revistas más importantes y difundidas de todo el siglo XIX español.

La leyenda oscura que perseguía a las Peteneras, principalmente la misteriosa y trágica vida de su progenitora, atrajo a poetas, escritores, dramaturgos…. que vieron en ella un argumento melodramático original para sus creaciones. En 1881 las Peteneras estaban de moda en toda España, y de este año es esta “Narración Popular” de Eugenio de Olavarría, la creación más antigua de que tenemos referencia hasta ahora, en la que se cuenta la historia de amor no correspondido de una hermosa mujer, Lola “La Petenera”, que terminará trágicamente.

Eugenio de Olavarría y Huarte nació en Bilbao el 23 de diciembre de 1829. Militar, escritor, poeta y periodista. Jefe del Cuerpo Administrativo del Ejército, director de El Ejército Español (1895), colaboró con Francisco Zea en Maese Juan el Espadero y otras obras; fue redactor de Las Cortes, Eco del País, Universal (1867), La América. Publicó Tradiciones de Toledo, Madrid, 1880. Leyendas y tradiciones, ibid., 1888. Irmia, poesía (en Rev. Esp., 1881, t. LXXX). El Saltimbanco (ibid., 1883,t.XCIX). Sus producciones dramáticas son: Don Carlos de Austria (1851), Por el camino de hierro (1851), Errar la cuenta. El camino más corto. Duda en el alma ó el embozado de Córdoba (1857). Los Apuros de Gaspar (1863). Margarita, zarz., (1864). El Alcaide de Toledo, dr., (1882). Errar la cuenta.

20/7/10

CÁDIZ. TEATRO PRINCIPAL. 8 DE ENERO DE 1829




TEATRO PRINCIPAL.= Función particular a beneficio del primer bolero Luis Alonso.- Servir al criminal por amparar al inocente o efectos de odio y venganza en el castillo de la Bohemia (comedia de espectáculo en tres actos).= Concluido el primer acto se bailará el zapateado con acompañamiento de guitarra por la Sra. María Ridríguez, aficionada. Acabado el segundo baile inges, por la Sra. Josefa García, también aficionada= Concluida la comedia el Sr. Luis Alonso bailará con la Sra. García, el nuevo zapitusé de costa firme, acompañado de guitarra,= Seguidillas manchegas a seis.= El Carnaval en el barrio de la Viña (sainete nuevo, en el que habrá columpio y saldrá una comparsa de máscaras y bailarán el fricasé, la Petenera Americana, que cantara el Sr. Lazaro Qintana, un cuarteto de cuacaros, y se concluirá con una contradanza general).= A las 7.

CADIZ. TEATRO DEL BALÓN. 21 DE DICIEMBRE DE 1826





TEATRO DEL BALÓN.- Función particular a beneficio de Luis Alonso, primer bolero.= El rayo de Andalucia, octavo Infante de Lara, o a todos la sangre avisa (comedia en 3 actos, adornada con todo su teatro y el Sr. Sarramian saldrá a caballo por el patio.)= En el intermedio del primer actose bailará el Zapateado (por una jòven de diez años.)= Acabado el segundo se bailará el baile ingles (por otra jóven.)- Concluida la comedia el Sr. Alonso con una de sus discipulas bailarán la petenera nueva americana.= Boleras a seis.= Beltran en el Serrallo o la valenciana cautiva (pieza nueva en un acto.)= A las 4 1/2

CADIZ. TEATRO DEL BALÓN. 19 DE ENERO DE 1827




 
TEATRO DEL BALÓN.= Lo cierto por lo dudoso (comedia en 3 actos).= El zorongo y la petenera americana.- Un divertido sainete.- a las 40 1/2.

19/7/10

DIARIO MERCANTIL DE CÁDIZ 5 DE ABRIL DE 1827

Noticia recogida por el musicólogo e investigador del Flamenco Faustino Núñez Núñez en su blog EL AFINADOR DE NOTICIAS fruto de sus indagaciones en la Prensa Gaditana del Siglo XIX en los últimos 10 años.

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"EN LA CALLE COMPAÑÍA , NUM 10.= Se dara hoy una función, la que principiará con una colección de fuegos piricos .= En seguida sí presentará un español a hacer  un esperimento de fisica y mecánica.= A continuación el Sr. Lázaro Quintana cantará las seguidillas de Pedro La-Cambra, las que bailarán el Sr. Francisco Ceballos y el Sr. José López .- Seguirá el zapateado por El Sr. López, y el Sr. Quintana cantará la petenera americana .= Concluyendo con varios juegos hidráulicos y fuegos artificiales .= A las 7 1 / 2 ".

Petenera

Publicado por Flamenco Viejo el Lunes, 15 Marzo 2010.

Son las peteneras uno más de los géneros del flamenco que tienen un origen incierto, no obstante ha sido puesto en relación por algunos autores con algunos géneros centroamericanos y caribeños. Consecuentemente existen numerosas teorías sobre el origen de la petenera. Una , muy difundida, emparienta este género con un canto de origen semita, a raíz de la inclusión en una letra clásica de unos personajes sefarditas. H. Rossy por ejemplo apunta una canción “viella” (canciones de España) que realizan los sefarditas residentes en los Balcanes y que hace referencia a las peteneras. No obstante los estudiosos coinciden en situar los albores de la petenera a finales del XVIII, algunos atribuyéndole la creación del género a una cantaora de la época llamada La Petenera, perteneciente a la mitología flamenca, debido a la numerosas referencias a esta mujer que encontramos en algunas letras de petenera. Estébanez Calderón cita y emparienta las peteneras con unas seguidillas de aire vivo, en referencia a la petenera folclórica, y también nombra a la cantaora gitana La Rubia como interprete de unas coplillas que los aficionados llaman peteneras. Posiblemente la petenera surja a partir de la cristalización de elementos desprendidos de algún cante del siglo XIX, o perteneciente al fragmento de un dialogo zarzuelero. Antonio Machado Demófilo, apunta en 1881 un total de 23 letras de peteneras, y una de ellas dice “En la Habana nací yo / debajo de una palmera / allí me echaron el agua / cantando la petenera”. En opinión de Romualdo Molina y Miguel Espín, tienen las peteneras acento y voz cubanos, y estructura y literatura peninsulares y dieciochescos.

Dos teorías relacionan el origen de las peteneras con una comarca determinada. La primera, defendida por Rodríguez Marín y Antonio Machado Demófilo, atribuyen a Paterna el lugar de origen del género, basándose en la corrupción de la voz paternera a petenera, aunque es igualmente este autor el que se refiere al “Punto de La Habana” como el estilo por el que se canta las peteneras; no en vano el compás de las peteneras es común al punto cubano y a las guajiras, así como, con otras distribución de acentos, a la soleá, a las bulerías y a las cantiñas. Otra teoría la emparienta con la comarca de El Petén, comarca guatemalteca. En cuanto al posible origen indiano de este género, Arturo Warman asegura haber encontrado la petenera en los programas del Teatro Coliseo de México ya en 1803.

El acervo flamenco de las peteneras es variado y en la actualidad conocemos por lo menos hasta un total de dos estilos fundamentales: la antigua y la moderna y esta a su vez diferenciada en corta (o chica) y larga (o grande). Se atribuye a Medina el Viejo la definición de la petenera flamenca hacia 1880 (dos tipos de petenera corta y uno de petenera larga), modelo que mas tarde divulgaría Antonio Chacón y que cultivo igualmente la Niña de los Peines.

Debido a las singulares estructuras musicales sobre las que se basa la petenera, éste es uno de los géneros más difíciles de encuadrar dentro de algunos grupos de palos flamencos. La métrica es de 6×8 + 3×4 (amalgama vulgarmente conocida como compás de peteneras) y al igual que el punto cubano se puede cantar con un ritmo fijo, o con un ritmo más libre. La melodía es métrica y no realiza melismas exceptuando la escala ascendente propia de las petenera flamenca sobre la letra “a”. Utiliza la cuarteta octosílaba (romance), repitiendo algún verso o introduciendo expresiones como “madre de mi corazón” en forma de ripio. El cante se extiende durante catorce compases y tiene cuatro fragmentos cadenciales de dos versos cada uno que se completan con repeticiones o palabras de relleno. Esta es la petenera que se canta en la versión bailable, con pasos de seguiriya y mantón, castañuelas o pitos (chasquidos) y palmas, y también se conoce como petenera chica, que se utiliza normalmente como preparación de la petenera larga.

La danza de la petenera provoca gran afición entre los jóvenes a finales del siglo XIX, siendo requerida en las escuelas de baile después de aprender las segudillas sevillanas. La versión bailable se la debemos principalmente, según nos apunta R. Molina y M. Espin, a Paulino Ruiz, Soledad Miralles y Rosa Durán. Tanto el baile como el cante de la petenera están rodeados de un aura supersticiosa que, se supone, trae mala suerte a sus intérpretes, lo mismo que ocurre con la alboreá

FUENTE: flamencoviejo.com

18/7/10

LA SINGULAR PETENERA

Artículo de RAFAEL LORENTE HERRERA publicado en lavozdigital.es el 12 de Abril de 2009.

En la provincia de Cádiz son muchos los pueblos que gozan de bellísimas fisonomías, pueblos de la serranía, de la rivera o el llano, pueblos de la frontera o los puertos, las viñas, las dehesas y los pantanos. Pueblos blancos de cales, soles y sombras cuyas iglesias mudéjar alzan sus campanarios en las noches de plenilunio tal si fueran minaretes árabes. Todos y cada uno de ellos con su idiosincrasia forman el conjunto que a lo largo y ancho de la provincia de Cádiz exornan nuestro paisaje. Que al ser de aquí, de este esplendido rincón sureño, todos tienen características comunes y algunos muy similares. No obstante, al recorrerlos hayamos diferencias notables, no sólo arquitectónicas, sino también culturales, laborales, folclóricas y hasta de sus costumbres y formas de contemplar la vida. Y eso a pesar de estar a escasos kilómetros unos de otros.

Porque, ¿qué tienen que ver El Bosque con Benamahoma? ¿O ésta con Grazalema o Ubrique? Todo y nada, sólo que se encuentran a corta distancia y bajo el común denominador de los pueblos blancos. Porque en la provincia de Cádiz cada uno es distinto, por no decir único. ¿Y qué decir de esa maravillosa consecución de pueblos que hasta la capital y en hilera forman los Puertos? Igualmente, mucho y poco tienen que ver unos con otros; nada que copiarse para parecerse, ni por qué igualarse.

El de Santa María alberga el rico distintivo de su glorioso pasado, el que desde el siglo XVI al XVIII, por la bocana de su río, se viera abordado de galeones indianos que la transformaran en la ciudad de los cien palacios. O el de Puerto Real, que libre del Ducado de los Medina Sidonia y del poder hegemónico de los Guzmanes, abriera a los Reyes su puerto al mar; de ahí su nombre. Y tantos otros que desde Sanlúcar a Tarifa conviven en perfecta armonía con los levantes y los ponientes.

Igualmente, similares en culturas y tradiciones, cultivan cada uno los matices de sus músicas y folclores. De esta manera, mientras que los Puertos y la capital suelen henchir nuestros corazones con sus Alegrías, Sanlúcar de Barrameda hace lo propio con su Mirabrás, enriqueciendo las Cantiñas de músicas y melismas. O Jerez nos conmueve con la ranciedad de la Soleá y la Siguiriya gitana, o el inigualable compás de las bulerías.

Es la Rosa de los Vientos la que aquí, allá y acullá, hace convivir en perfecta armonía y simbiosis a todos los pueblos que la componen, embriagándonos cada uno de ellos con sus tradiciones y su diversidad, existiendo sólo una excepción, un bastión que se conserva en la rivera jandeña, entre la sierra y el mar, entre el pantano y el río, entre la dehesa y la viña, y se llama Paterna de Rivera.

Pero ni los de la Frontera, ni la de Sidonia o los Gazules que la rodean, han logrado nunca desvirtuarla con sus influencias. Ni la sierra o el mar han podido con su originalidad. De ahí que Paterna y su bella y enigmática Paternera se erijan únicas entorno a la leyenda de un cante, manteniéndose inmarchita a pesar de las muchas músicas, ritmos y altisonancias que las han circundado durante siglos. No cabe duda que es la singularidad de su cante el que con sus melancólicos y apasionados mensajes nos sustrae y atrae sobremanera. De hecho, Paterna es visitada constantemente desconociéndose las razones de por qué se la frecuenta. A veces por tan fútiles motivos como el de ir a comprar pan a sus tradicionales tahonas o a desayunar las todavía humeantes hogazas untadas de ajo con el mejor de los aceites en sus ventas y cafés. Todas son meras excusas, la razón es la enorme atracción que ejerce su historia y su leyenda que no es otra, que la de su Petenera. Altiva y bella mujer que en medio de su plaza y de la mano del escultor Jesús Cuestarana proclama a los cuatro vientos su condición de haber sido la perdición de los hombres. Fue en la centuria del 1800 en el pequeño pueblo de Paterna de Rivera en el que dejó la honda impresión por la que ha trascendido. De ahí que a la mítica cantaora actualmente se la venere a través de un cante que ella creó y que ya es cultura.

Ya hechos chico y grande o Petenera corta o larga, se han popularizado a lo largo del tiempo gracias a las versiones de Medina El Viejo o La Niña de los Peines, cuyas coplas de cuatro o cinco versos octosílabos tienen mensajes sentenciosos de arrebatados amores, desamores y despechos, o aquellos otros textos que en alusión a La Petenera maldicen a su persona, lamentando su proceder e inclusive a quien la trajo al mundo, o la hora en que nació. Mal halla la Petenera/Y quién la trajo a la Tierra,/Que la Petenera es causa,/De que los hombres se pierdan. Todas haciéndola culpable del sufrimiento de los hombres.

Poco o nada se conoce de esta notable y valiente cantaora, cuyas fidedignas noticias se han perdido en los anales de la historia del cante flamenco. Solo nos queda la tradición oral, la que desde los tiempos de un tal "Juanelo", que dijo haberla escuchado, corre incesante de boca en boca por los mentideros flamencos, sobre todo en su pueblo natal Paterna de Rivera con la historia de su pena y su quebranto.

En la plaza de la Constitución de Paterna de Rivera se alza esculpida en bronce majestuosa y altiva, alimentando la leyenda, continuando de este modo una forma de proclama mundial interminable, cuya lectura no es otra que la de una valiente cantaora que a través de un cante de entonación pausada, melódica y sentimental defendió y reivindico sus derechos como mujer libre hace aproximadamente 200 años.

Cantando así:

                                                      Dicen que fui despiadada,
                                                      que a los hombres desprecié;
                                                      fue en pago del maltrato,
                                                      que tuve como mujer.
                                                      No tuve quien me quisiera,
                                                      ni me procurara el bien;
                                                      que por ser la Petenera,
                                                      me trataron con desdén.
                                                      Si ahora dicen que fui,
                                                      'la perdición de los hombres',
                                                      fue porque no conocí,
                                                      quien mereciera ese nombre.
                      
                                                                                                              Rafael Lorente Herrera

FUENTE: lavozdigital.es

CARTEL DEL XXXV CONCURSO NACIONAL DE CANTE POR PETENERAS

LA PRESENTACIÓN DEL CARTEL COINCIDIÓ CON LA CELEBRACIÓN DE LA QUINTA FASE SELECTIVA

El pasado día 9 de Julio, a las 22.30 horas, en la sede de la Peña Cultural Flamenca "La Petenera", de Paterna de Rivera (Cádiz), tuvo lugar la presentación del Cartel del XXXV Concurso Nacional de Cante por Peteneras ante el público asistente que presenció la quinta fase preliminar de este concurso. La Fase Preliminar comenzó el pasado día 4 de junio y se ha prolongado a lo largo de los días 19 y 25 junio y 3, 9 y 10 de julio.

Al acto asistieron el Sr. Presidente de la Peña Cultural Flamenca "La Petenera", y el Cantaor Local "Rufino de Paterna", entre otros.

La Fase Final de esta XXXV edición del Concurso Nacional de Cante por Peteneras tendrá lugar el próximo día 31 de julio de 2010, a partir de las 22.30 horas, el el patio del I.E.S. Paterna de Rivera de esta localidad.

La Final se desarrollará en dos partes: Una primera comprenderá la fase de concurso, donde actuarán los cantaores/as que resulten finalistas en la presente edición además de el ganador del premio al mejor cante libre y el ganador/a del premio menor de 22 años, finalizando esta primera fase con la entrega de premios a los ganadores ante el público presente. En la segunda parte tendrá lugar el fin de fiesta que comenzará con la actuación flamenca de "El Luli" y le seguirá el espectáculo de copla "Pasión Andaluza" con Erika Leiva, Juan Calero, Rosa Marín y María Ángeles Marín. El acto estará presentado por Pepe Marín, y asistirán el mismo como guitarristas oficiales Manuel Lozano "Carbonero", Miguel Ángel Chamizo "Chamizo" y Juan Antonio Gómez "Niño de la Escalerilla".

14/7/10

FASES PRELIMINARES XXXV CONCURSO DE PETENERAS

FASES PRELIMINARES DEL

XXXV CONCURSO NACIONAL DE CANTE POR PETENERAS

09/07/2010 - 11/07/2010 PEÑA CULTURAL FLAMENCA "LA PETENERA"

COMENZARON LAS FASES PRELIMINARES DEL XXXV CONCURSO NACIONAL DE CANTE POR PETENERAS.

Ya han celebrado las sesiones correspondientes a las cuatro primeras preliminares, y correspondieron a los días 4, 19, y 25 de Junio, y 3 de Julio.

Quedan por celebrarse la quinta y sexta fases, en las que participarán los siguientes cantaores y guitarristas:

Día 9 de Julio:

Hora: 22:00

Lugar: Peña Cultural Flamenca "La Petenera"

Cantarores:

- Manuel Jesús García Hutado, de Gines (Sevilla). "Niño de Gines". Menor de 22 años.

- Domingo Pérez Jiménez, de Paterna de Rivera (Cádiz). "El Perro".

- Agustín García García, de Paterna de Rivera (Cádiz). "Caracolillo"

- José María Chamizo Mena, de Antequera, (Málaga). "José Chamizo"

- Francisco Borrego Díaz, de Villa del Río, (Córdoba). "Francisco Borrego"

- José León Romero, de Mairena del Alcor, (Sevilla). "José de la Mena"

- Manuel Domínguez Gallardo, de Mairena del Alcor, (Sevilla). "Manuel Castulo"

- Eulogio Ortiz Romero, de Mairena del Alcor, (Sevilla). "Eulogio Ortiz"

- Juan Domínguez Gallardo, de Mairena del Alcor, (Sevilla). "Juan Castulo"

- Aroa Cala Luque, de El Puerto de Santa María, (Cádiz). "Aroa Cala"

- Inmaculada Dorado Mellado, de Córdoba. "Inma de la Vega"

- Paqui Corpas Martín, de Málaga. "Paqui Corpas"

- Aroa Palomo Navarro, de Otura, (Granada). "Aroa Palomo"

Guitarristas:

- Miguel Ángel Chamizo. "Chamizo"

- Juan Antonio Gómez . "Niño de la Escalerilla"

Día 10 de Julio

Cantaores:

- Cristóbal Orellana Benito, de Arcos de la Frontera (Cádiz). "Cristóbal del Palomar"

- Manuel Díaz Márquez, de Torrecera (Cádiz). "Niño Reque"

- José Manuel González Perea, de Chiclana de la Frontera, (Cádiz). "El Mané"

- María Lucía Borreguero Leiva, de Montoro, (Córdoba). "Mari Luci Borreguero"

- Luis Guerrero Navarro, de Medina Sidonia, (Cádiz). "El Meinato"

- Sara Holgado, de Olvera, (Cádiz). "Sara Holgado"

- José Manuel García Mariscal, de Paterna de Rivera, (Cádiz). "El Siguiriya"

- Luis Corrales Canales, de Barbate, (Cádiz). "Luis Corrales"

- Antonio Gómez Rubio, de Paterna de Rivera, (Cádiz). "Ruiseñor de Paterna"

- Al fonso Martínez Pérez, de San Pedro de Alcántara, (Málaga). "Alfonso Martínez"

Guitarristas:

- Manuel Lozano, "Carbonero"

- Juan Antonio Gómez, "Niño de la Escalerilla"