Paterna: Flamenca y Cantaora

Hoy en día es un hecho prácticamente aceptado por la mayoría de los investigadores del flamenco que el cante por Peteneras tiene su origen en Paterna de Rivera (Cádiz). Pero Paterna no solo es la Cuna de la Petenera; el cante flamenco es una de sus principales manifestaciones culturales, tan arraigado entre su gente, que ha dado todo un elenco de importantes cantaores de renombrada fama. Y es que el Flamenco y la Petenera son señas de identidad cultural de este blanco pueblo gaditano.

Desde su fundación, “El Alcaucil”, en su afán por recuperar el rico acervo cultural de nuestro pueblo, ha venido desarrollando numerosas actividades en torno al cante, la petenera y la promoción de artistas y aficionados locales. Continuando esta labor de difusión y promoción esta asociación pretende ahora abrir este espacio dedicado al flamenco en Paterna con especial interés en sus cantaores y al cante que le da fama, la Petenera.



16/10/08

EL FLAMENCO EN PATERNA DE RIVERA

Colaboración del Grupo de Investigación del Flamenco en Paterna de "El Alcaucil" en el libro "LAMENTO DE UN HOMBRE DE CAMPO. NIÑO DE LA CAVA" de Manuel Rosado Sánchez. Editado por C.E.I.P. "El Alcaucil". Paterna. 2001.

Paterna desde sus orígenes ha sido un pueblo con una rica tradición oral y, a pesar del paso del tiempo y los cambios producidos en las costumbres, las tradiciones, los modos de vida, etc. de su gente, ha mantenido su cordón umbilical con esas raíces culturales de antaño que hoy en día conforman las señas de identidad de esta singular población de la campiña gaditana.

Ejemplo, entre otros muchos, de esas profundas raíces de nuestro folklore es una antiquísima tradición, casi un ritual, cuyo remoto origen se pierde en la lejanía de los tiempos y que ha perdurado hasta no hace muchos años en Paterna. Se trata de la curación de la picadura de la tarántula, en la que la persona afectada, con el fin de expulsar el veneno a través del sudor, danzaba durante horas y horas al son de una guitarra: era el Baile de la Tarántula. Todavía los mayores recuerdan a Vigilia y Moreno, guitarrista paterneros, que allá por los años 30 intervenían en este arcaico ceremonial, alternándose ambos en el toque para no parar el son de la música.

Paterna atesora aún en la actualidad una importante y variada muestra de romances, canciones infantiles, adivinanzas, refranes, oraciones a los santos, cuentos, leyendas, chascarrillos, tonadas, canciones populares, cantos, danzas, etc., aprendidos y transmitidos de generación en generación fruto de las interacciones sociales en la familia, en las reuniones, en las fiestas, en el trabajo... Todas estas expresiones orales constituyen elementos de gran importancia en nuestro ámbito cultural y han sido factores esenciales en las relaciones personales y colectivas de la gente de Paterna y de los pueblos vecinos.

Pero quizás sea en el Cante Flamenco donde la riqueza tradicional de nuestro pueblo se ha hecho más manifiesta, con una importante repercusión en la vida social, cultural e incluso económica. Muchos son los factores que han influido en esta tradición cantaora de Paterna, desde el ser considerada Cuna de la Petenera hasta el dar cantaores de la talla de “El Perro de Paterna", “Rufino de Paterna” y “Niño de la Cava”.

Las primeras manifestaciones del cante flamenco aparecen a finales del siglo XVIII siendo el XIX la época de su difusión con la aparición de los cafés cantantes y las grandes figuras que van a consolidar este arte. Paterna en esta época es un pequeño pueblo de la campiña, en el centro de la provincia, con una economía eminentemente agrícola-ganadera y con una población bastante dispersa por sus campos. Mantiene estrechas relaciones con Jerez, Cádiz, Puerto Real y El Puerto de Santa María, cunas del cante junto con Triana, por medio de calesas y diligencias diarias así como por los arrieros con sus reatas de mulos y carretas que van a llevar a estas ciudades productos como carbón, cereales, huevos, caza, paja, harina, agua mineromedicinal en damajuanas, etc. y a traerse pescado, vino, ultramarinos, sal, etc.

Desde mediados del siglo XIX Paterna es un punto de atracción para los pueblos vecinos y las ciudades de la bahía; las excelentes propiedades curativas de sus balnearios (Fuente Santa, Gigonza, Concepción) y manantiales de aguas sulfurosas diseminados por sus alrededores (Visillo, Cañahonda, Ruano, El Gato, etc.) atraen cada vez a más gente en busca de sus salutíferos efectos y milagrosas curaciones.

En torno a los balnearios florecerá un entramado social y económico que activará la tranquila vida de este pueblo: surgen pensiones, fondas como el “Circulo de Bañistas”, casinos, tabernas, tiendas, etc., se intensifica el comercio y las comunicaciones con los pueblos de la bahía de Cádiz y del entorno, acuden importantes médicos y personalidades...; es la época de mayor esplendor de Paterna. Al dinamismo social que durante la temporada de baños disfrutaba este pequeño pueblo de 500 casas y uno 3200 habitantes contribuirán también las actividades de esparcimiento y ocio para los vecinos y visitantes, en la que a buen seguro no faltó el cante flamenco en tabernas, casinos, fondas así como en festividades, ferias, celebraciones, etc.

Sabemos que en el Balneario de Gigonza, muy vinculado a Paterna social y económicamente y a tan solo 3 Km. de distancia, los bañistas diariamente, tras el paseo por los alrededores y la misa del rosario en la capilla, se congregaban por las noches en el casino o salón de reuniones donde se recreaban conversando, jugando a las prendas, al billar o escuchando canciones a piano entonadas por algún sirviente o sirvienta o acompañadas a la guitarra. Eran actividades lúdicas frecuentes, sobre todo en las festividades como la del Carmen, patrona del Balneario, la celebración de bailes, representación de comedias en improvisados teatrillos, conciertos y coros de voces, e incluso corridas de toros y carreras de cintas, entre otras. También el cante flamenco estaría entre las distracciones de los bañistas, sobre todo en el último tercio del siglo XIX en que en las ciudades de la Bahía y en Jerez, de donde proviene la mayoría de bañistas, están de moda y proliferan las actuaciones de cantaores en los cafés cantantes.

De gran importancia social y económica para Paterna en este siglo XIX serán sus dos ferias anuales de ganado, una en primavera y otra en septiembre. Aunque el objeto principal de las ferias eran las transacciones comerciales, no por ello faltaba la diversión, siendo el cante y el baile actividades fundamentales en las casetas improvisadas con palos y sombrajos de cañas, paja o telas. Las operaciones mercantiles, eminentemente a base de productos agrícola-ganaderos, aunque también se comercializaba género extranjero, atraían a un gran número de concurrentes a participar en estas transferencias, bien como compradores, bien como vendedores, siendo significativa la presencia de numerosos gitanos, maestros en el arte del trato de ganado, que animaban la feria con sus cantes y bailes.

Por otra parte en Paterna y sus campos se establecieron familias gitanas, y así en los libros sacramentales de los siglos XVII, XVIII y XIX de la Iglesia de Paterna son frecuentes apellidos gitanos como de los Reyes, Santos, Montoya, Heredia, Jiménez, Ortega, Vargas, etc. con los característicos oficios de herreros, arrieros, etc.

Tradicionalmente se ha considerado a Paterna como Cuna de la Petenera desde que Demófilo en su Colección de Cantes Flamencos, publicada en 1881, así lo afirmaba apoyándose en el testimonio del cantaor jerezano Juanelo, que asesoró al padre de los Machado en su estudio sobre los cantes. Mucha polémica se ha suscitado desde entonces en cuanto al origen de la Petenera, poniéndose en tela de juicio la afirmación de Juanelo. Sin embargo Demófilo no solo se apoya en Juanelo, quién incluso llegó a escuchar a la Petenera, hecho por sí solo demostrativo, también nos dice que “convienen todos los cantaores en que son antiguas y en que deben su origen a una cantaora de flamenco llamada Petenera”. Coetáneo y amigo de Demófilo, Francisco Rodríguez Marín señala que “entre los que a mediados de este siglo (XIX) cantaban, no para divertir sus penas, sino para buscarse la vida... en tertulias, tabernas y cafés figuraba, con muy bien ganado derecho, la Petenera, de cuyo nombre de pila no se ha conservado memoria. Había nacido en Paterna de Ribera (provincia de Cádiz), cantaba como los ángeles a decir de los aficionados y la llamaban la Petenera...”. También Hugo Schuchardt en 1881 en sus “Dies Cantes Flamenco” se hace eco de ese origen paternero de la Petenera.

Hasta no hace mucho, la primera referencia que teníamos de las peteneras databa de Noviembre de 1845, fecha en que Serafín Estébanez Calderón, “El Solitario”, publicaba por primera vez en las páginas de El Siglo Pintoresco su famosa Asamblea General, en la que nos relata una fiesta en Triana. En dicha fiesta participa una gitana de Cádiz, procedente del otro lado del mar, llamada Dolores que “entre las cosas que cantó, dos de ellas fueron muy alabadas. Érase una la malagueña por el estilo de jabera, y la otra ciertas coplillas a quienes los aficionados llaman Perteneras... Tocante a las Perteneras, son como seguidillas que van por aire más vivo, pero la voz penetrante de la cantaora dábanles una melancolía inexplicable.”.

Quizás fue esa Dolores la célebre Petenera de la que todos hablarán posteriormente, sin embargo, el 30 de Octubre de 1844, muy lejos de Andalucía, el Diario de la Habana recogía la noticia de que en el Gran Teatro de Tacón de Cuba un grupo de bailaores, a la conclusión de una comedia del género andaluz, pondrán en escena la función “La Petenera Gaditana”, que será cantada, acompañándose de una guitarra, por Agustín Reyes quien, recién llegado de Cádiz, ha cosechado un gran éxito con este género de canciones en sus teatros. Juzgamos como muy sugerente este anuncio del periódico cubano, dado a conocer por Ortiz Nuevo, pues creemos es lo suficientemente explícito con relación al origen de la petenera, ¿de qué otro pueblo podía ser La Petenera Gaditana sino del nuestro?.

Esta noticia de prensa nos indica que la Petenera era tan conocida que incluso sirvió de fuente de inspiración para ser llevada a los teatros en pequeñas piezas de género andaluz basadas en canciones, bailes y música andaluzas. Ya Schuchardt en sus “Die Cantes Flamencos” recogía el testimonio de una señora que, nacida en ultramar, recordaba haber oídos peteneras en su niñez. Y es que no es nada extraño, pues fueron muchos los andaluces, también paterneros, que partieron a las Américas tras su descubrimiento y con ellos también su música, canciones, romances, costumbres, etc. influyendo sobremanera en la aparición de numerosos géneros musicales americanos. En Méjico aún hoy en día, por influencia de esas peteneras andaluzas que viajaron con los marinos, soldados y comediantes españoles se conservan unos sones con el nombre de Peteneras cuyas letras son muy similares a las nuestras flamencas.

Aunque muy discutido y abierto el origen de las peteneras, dada la participación que hubo de tener en la gestación del cante flamenco las canciones populares, tonadas, romances, danzas, etc., hay que señalar la gran tradición de Paterna en todas estas expresiones populares, siendo significativo que José de los Reyes “El Negro”, cante el romance “Monja a la Fuerza” utilizando la línea melódica de la petenera, máxime si su padre, apodado “Tío Juan el de Paterna”, vivió en nuestro pueblo; de ahí el mote.

Estébanez Calderón en 1831 se lamentaba en otra de sus Escenas Flamencas, Un Baile en Triana, de que solo en la serranía de Ronda y en tierras de Medina y Jerez, donde nos incluimos, se podían aún oír antiguos romances moriscos musicados como el de Gerineldos, romances en los que posteriormente algunos flamencólogos han visto indicios de ser su melodía precedente de las peteneras.

Pero Paterna no solo es cuna de la Petenera, su gente atesora añejos fandangos bailables que se cantaban en los campos y ventorrillos, los llamados Fandangos de los Campos de Paterna, muy cultivados en “El Cañuelo”, pero también en Las Piletas, Las Vegas y otras cortijadas. Este cante de origen morisco, manifestación local de las muchas variantes que presenta el fandango flamenco, está emparentado con los verdiales de Málaga, con la particularidad de que son de los pocos que se conocen que se bailen en colleras y agarrado, a diferencia del Chacarrá y el Gazpacho que se bailan en colleras pero no asidos de la mano. Son cantes que cultivan los trabajadores del campo en los ventorrillos y cortijos al término de la jornada o en ocasiones especiales. En los eventos señalados los cantaores se acompañan de toda una “orquesta” para llevar a cabo estos cantes bailables: guitarra, pandero, almirez, canutos de caña abiertos a lo largo, cucharas, tenedores, botella de aguardientes, etc., y de un “cuadro de baile” formado por las mozas de los alrededores, aunque tampoco era necesario mucho acompañamiento y a veces el cantaor se “tiraba” a palo seco o respaldado por el toque de una guitarra. Estos fandangos tenían una importante función social tanto en bodas y bautizos como en los escarceos amorosos de los jóvenes pues los cantaores solían rivalizar por las mozas mientras estas bailaban insinuándose con piropos y coplas alusivas y comprometidas. Cultivaron estos fandangos paterneros: Andrés Moreno, Quisco Saborido, Chano “Tenería”, Cristóbal “El Cristo”, Manuel “Pullita”, etc. Y a la guitarra destacaron los hermanos Guillermo, Antonio y Blanca Granado Baños, que animaron muchas tardes y noches las fiestas que se celebraban en “El Cañuelo”, siendo muy requerida por las mozas esta última dado su toque alegre y ligero para el fandango bailable con un característico golpecito en la guitarra que iba marcando el paso a las muchachas.

Antonio Romero, gran conocedor del flamenco, la gastronomía, el torero, etc. y todo lo concerniente a las tradiciones, los modos de vida, el trabajo en el campo, etc. de Paterna, y al que seguimos en este bosquejo de la relación de nuestro pueblo con el cante, da noticias de que en Paterna y alrededores se bailaba antiguamente la Rampa, que con cierto ritmo parecido al Gazpacho, era ejecutada por los campesinos, y al igual que en los fandangos, los mozos mediante danza y cante, sacaban a las mozas del corro a bailar hasta formar todos parejas.

Muy arraigado también en nuestro entorno es el cante del labriego mientras realizaba las faenas del campo como la trilla, la siega, el arado, etc. Son los cantes de trilla, arrieras, caleseras, pajarotas, fandangos, etc., cantes que hacían los paterneros para hacer más llevadera la dura jornada que empezaba a las claras del día y terminaba cuando el sol trasponía.

Al término de la jornada, ya de noche, se reunían los trabajadores en las gañanías donde, en torno a un fuego, cantaban las llamadas temporeras, en las que un gañan a la voz de ¡voy! iniciaba su copla cuando otro terminaba la suya, originándose una animada rivalidad entre los cantaores que duraba hasta que la prudencia de la hora invitaba a irse a dormir.

Especial recuerdo merecen las garbanceras, que en grupos de 20 o 30 mujeres, partían andando a las 3 o 4 de la madrugada hacia Las Piletas, Las Vegas, El Lobatón, El Chorreadero, etc., cortijos cercanos a Paterna, entonando alegres coplillas tanto en el camino como durante el trabajo.

Destaca también nuestro pueblo, al igual que muchos pueblos andaluces, por el gran arraigo en la tradición de cantar saetas en las procesiones de Semana Santa. Y así refiere Antonio Romero como los cantaores paterneros Faisquito, León, etc. cantaban las saetas populares antiguas, contestándose unos a otros, saetas en las que percibe cierto aire de peteneras. También se cultivaban las saetas flamencas y hoy en día la nómina de aficionados paterneros a este palo, algunos con importantes premios, dan idea de la importancia del Flamenco en nuestro pueblo.

No podemos dejar de mencionar una costumbre muy antigua en Paterna, la de las serenatas, en las que los jóvenes provistos de bandurrias, guitarras, cántaros, etc., pasaban toda la noche cortejando con sus canciones y serenatas, yendo de una casa a otra, a las mozas solteras del pueblo.

Otra remota tradición paternera tenía lugar en la Nochebuena. Familiares y amigos se reunían en grupos para celebrar esta noche especial cantando por las calles villancicos hasta el amanecer, pidiendo el aguinaldo (dulces caseros y vino o licores) de casa en casa. También era costumbre en los patios de vecinos celebrar en Nochebuena las zambombás cantándose los villancicos tradicionales así como los flamencos. Y es que los paterneros han sido gente muy alegre, festera y participativa en todo este tipo de celebraciones señaladas, a pesar de las continuas penurias que a lo largo de la historia han venido soportando. Así por ejemplo el Carnaval fue una de las celebraciones populares que más auge tuvo en Paterna por la participación mayoritaria de su gente en las diferentes actividades carnavalescas propias de nuestro pueblo como las “mascaras”, los “pajareros” que hacían parodias, sátiras, y, sobre todo, las comparsas y las chirigotas, llamadas "murgas", cuyos ingeniosos maestros letristas como Juan Caña y su hijo Juan Caravaca, Antonio Vega o Cojo Cajilla, son aún hoy en día muy recordados.

A partir de los años 1930 proliferan en Paterna los espectáculos folclóricos flamencos que en un primer momento se celebraban en los patios más espaciosos de Paterna, como el Patio Ventura (c/ Cuna), Patio Carabina (c/ Ancha), Plaza de Abasto, Patio "la Coca" (c/ Padre Félix), Patio Garrido, Patio de los Periquitos, a los que los paterneros asistirán portando sus propias sillas. También se recuerda el Cine Orellana en la calle Cuna (cine mudo) donde actuó el guitarrista Manitas de Plata. En los años 60 el Cinema Rivera, con un aforo de 524 sillas, se llenará de gente atraídas por las compañías en las que estaban contratados los más afamados cantaores del momento. Así vinieron a Paterna Luquita de Marchena, La Niña de Antequera, Hermanos Murillos, Pepe Pinto, Niña de la Puebla, Juanito Maravilla, Niño de Aznalcollar, Juanito Valderrama, Dolores Abril, Manolo el Malagueño, Adelfa Soto, Niño de Alcalá, Antonio Molina, Canalejas de Puerto Real, Pepe Marchena, el Cojo Huelva, etc. Precisamente será en uno de esos patios donde debuta como bailaora en 1935 Lola Flores acompañándole al cante Tío Borrico de Jerez.

En la memoria de los mayores quedan lejos en el tiempo aquellos antiguos cantaores paterneros como “Piquito Dulce”, “Niño de la Traba”, "Barea”, “Tío Juan el de Paterna”, “El Sargento”, Andrés Moreno, Cristóbal “Carrasquilla”, Juan “Ramito”, “El Batanero”, “El Pavo”, “Enrique el Latero”, Cayetano Pérez (el hermano del Perro), ...

Por los años 60 llega a Paterna el Maestro Nacional D. Julio Mariscal que dará un impulso al cante en Paterna. El poeta de Arcos, inculcará a un grupo de jóvenes (Juan Gago, Serafín Galán, Diego Herrera, Bartolo Rodríguez, ect.) la afición por el flamenco, así como entrara en contacto con tres cantaores de Paterna (El Perro, Rufino y Niño de la Cava), convirtiéndose en un verdadero admirador y seguidor. Los tres cantaores tenían entonces sendos bares, donde el cante servirá de pretexto para reunir a numerosos aficionados, no solo de Paterna, y celebrar festejos flamencos que durarán toda la noche.

En 1972 se crea el Concurso Nacional de Cante por Peteneras, siendo los promotores Serafín Galán con Juan Gago y el Maestro Nacional D. José Martínez que procedía de Murcia y tenía conocimiento del Cante de las Minas y además era Teniente de alcalde del Ayuntamiento. Animaron e impulsaron la idea de organizar el Concurso el entonces Alcalde D. José Moreno, Machín como Concejal de Fiesta y Diego Herrera también Concejal, concurso que con los años convertirá a Paterna en cita obligada de los festivales flamencos veraniegos, consolidándose nuestro pueblo como la Cuna de la Petenera y redundando a la vez en un auge de este maltratado palo del flamenco. En estos años 70 El Perro de Paterna, Niño de la Cava y Rufino se profesionalizan, actúan por toda España, participan en concursos y ganan numerosos premios. D. Julio Mariscal trae a Paterna a Antonio Murciano para que los oiga y esto facilita las grabaciones de discos ya que Carlos Murciano, su hermano es el director de la R. C. A. y así llegan a ser los embajadores de nuestro pueblo por toda España.

Son años en que salen a la luz numerosos aficionados paterneros, el Concurso Nacional de Peteneras vive su máximo esplendor, Paterna es conocida en España entera por sus cantaores y las Peteneras, en definitiva años en que Paterna se consolida como pueblo cantaor, pueblo flamenco.

Llegan incluso a ganar el Primer Premio del Concurso Nacional de Cante por Peteneras cinco paterneros: El Luli, Rufino, El Cachorro, Chano Martín y El Ruiseñor.

En el recuerdo quedan los desaparecidos: Niño la Palma, Vicente Orellana, Juan Marín, La Latera, El Chorlito, Juan Almagro.

En 1981 nace la Peña Cultural Flamenca "La Petenera", siendo el Primer Presidente fue Juan Marín que dimitió antes de la legalización de los Estatutos, a continuación Bartolo Rodríguez, que estuvo poco tiempo, después Paco Romero y por último Placido Romero que lleva desde el año 83. La Peña tiene entre sus muchos logros el de ser una gran difusora del flamenco en Paterna, el trampolín de muchos aficionados al cante y entidad fundamental en la organización del Concurso Nacional de Cante por Peteneras, acogiendo en su sede todo el proceso de selección de concursantes y destacando la gran labor de Fernando Herrera en los últimos años en este cometido. Así mismo en la Peña se forma el Cuadro Flamenco “La Petenera”, que dirigido por Pilar Carrasco es todo una escuela de virtuosas bailaoras y bailaores flamencos como Rafi, Carmen, Rosi, Estefano, Pedro, etc. que hoy destacan y son admirados allá a donde van.

En 1982 se erige un monumento a La Petenera, que ya tenía el nombre de una calle en el pueblo, obra del escultor alcalaíno Jesús Cuesta Arana en la Plaza Constitución, en pleno centro histórico de Paterna. El monumento fue posteriormente trasladado a su ubicación actual en el Pozo Medina, lugar donde, según la tradición, iba la petenera a por agua.

En 1985 tres calles de Paterna reciben el nombre de los tres cantaores más afamados de Paterna: “El Perro de Paterna”, “Rufino de Paterna” y nuestro biografiado “Niño de la Cava”. Pero en las décadas de los 80 y 90 destacaron muchos más de los cuales casi todos aún cantan: La Pécora, el Petro "Ñiño de Paterna" , Diego Rosado “Jarano”, Martín, Natalio, Patiti, El Cani, Juan Chacón “Cafelito”, Pilar, Ortiz “El Gorrión”, Caracolillo, Monea, Domingo "El perro", Juan Rojas, Manolo "El Siriguilla", Dominguín, Domingo Arias, Peret, Andrés León, Diego Quiñónez, Chano " El Gitano", Carmen y Manuel " Los Meinatos", El Niño de la Codorniz, Juan Guerrero. Y en el baile Morenita y Perico el de Vitoria.

Esa gran tradición cantaora se continúa en Paterna en la actualidad con la aparición de jóvenes promesas que esperemos tengan suerte: Rafi, Niño de la Escalerilla, J. Márquez Ortiz "El Niño Rivera", etc.

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