Paterna: Flamenca y Cantaora

Hoy en día es un hecho prácticamente aceptado por la mayoría de los investigadores del flamenco que el cante por Peteneras tiene su origen en Paterna de Rivera (Cádiz). Pero Paterna no solo es la Cuna de la Petenera; el cante flamenco es una de sus principales manifestaciones culturales, tan arraigado entre su gente, que ha dado todo un elenco de importantes cantaores de renombrada fama. Y es que el Flamenco y la Petenera son señas de identidad cultural de este blanco pueblo gaditano.

Desde su fundación, “El Alcaucil”, en su afán por recuperar el rico acervo cultural de nuestro pueblo, ha venido desarrollando numerosas actividades en torno al cante, la petenera y la promoción de artistas y aficionados locales. Continuando esta labor de difusión y promoción esta asociación pretende ahora abrir este espacio dedicado al flamenco en Paterna con especial interés en sus cantaores y al cante que le da fama, la Petenera.



23/7/10

LA PETENERA. NARRACIÓN POPULAR. 1881. IV

REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010

LA PETENERA

NARRACIÓN POPULAR

Eugenio de Olavarría y Huarte


IV

Todo era animación y bulla, estrépito y algazara en un cuarto principal de la calle Lavapiés. Hacía largo rato que sonaba, y ya la vecindad, acostumbrada al eco prolongado de los gritos, a los latidos intermitentes de las risotadas, apena si le prestaba atención. La murga, que durante un par de horas sopló con una constancia y un entusiasmo dignos de mejor causa las piezas más alegres y populares de su repertorio, combinándolas con sendos tragos de lo añejo, habíase retirado ya con todos los honores de guerra. La calle empezaba a quedarse desierta.

Las doce en punto y nublado concluía de cantar el sereno cuando entró Lola en la calle. La noche era bochornosa; la atmósfera pesada. Grandes nubes encapotaban el cielo, y apenas si por sus rotos girones dejaban pasar el trémulo resplandor de algunas estrellas.

Lola respiraba con dificultad. Las fuerzas ficticias que la habían sostenido hasta allí, empezaban a abandonarla en el mismo momento de llegar al logro de su insensato deseo. Hizo, sin embargo, un supremo esfuerzo, y siguió adelante, hasta llegar frente a la casa que parecía un monstruo ebrio exhalando gritos descompuestos y estallando en estentóreas carcajadas. Allí se dejó caer desfallecida en el quicio de una puerta, y quedó arrimada al muro como una mancha en la pared, temblando convulsivamente.

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