REVISTA "EL ALCAUCIL" Nº 49. MAYO 2010
LA PETENERA
NARRACIÓN POPULAR
Eugenio de Olavarría y Huarte
IV

Las doce en punto y nublado concluía de cantar el sereno cuando entró Lola en la calle. La noche era bochornosa; la atmósfera pesada. Grandes nubes encapotaban el cielo, y apenas si por sus rotos girones dejaban pasar el trémulo resplandor de algunas estrellas.
Lola respiraba con dificultad. Las fuerzas ficticias que la habían sostenido hasta allí, empezaban a abandonarla en el mismo momento de llegar al logro de su insensato deseo. Hizo, sin embargo, un supremo esfuerzo, y siguió adelante, hasta llegar frente a la casa que parecía un monstruo ebrio exhalando gritos descompuestos y estallando en estentóreas carcajadas. Allí se dejó caer desfallecida en el quicio de una puerta, y quedó arrimada al muro como una mancha en la pared, temblando convulsivamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario